Utilidad
El Diccionario de la RAE define utilidad como “Provecho, conveniencia, interés o fruto que se saca de algo”.
En términos económicos hablamos de utilidad para referirnos al provecho que un producto o servicio aporta a su destinatario final que, normalmente, es su consumidor.
La apreciación de esta utilidad por el consumidor hace que esté dispuesto a pagar un precio determinado por ese producto o servicio, es decir, le da un determinado valor económico.
La idea es que las empresas fabrican y comercializan sus productos y servicios porque los van a poder vender a personas que los quieren, es decir, porque aportan esta utilidad a sus consumidores.
El concepto de utilidad es absolutamente subjetivo: es una opinión que el destinatario del bien o servicio tiene y que le hace realizar (o no) las compras de ese producto o servicio o de otros similares o sustitutivos o de ninguno.
La importancia que tiene conocer la utilidad es, precisamente, poder predecir este comportamiento del consumidor a la hora de producir y distribuir bienes y servicios.
La utilidad en la teoría económica
Economía clásica: teoría subjetiva del valor
Los autores neoclásicos de teoría económica nos hablan del Homo Economicus que es un ser completamente racional que toma decisiones disponiendo de una información y conocimiento completos y perfectos y sabe realizar los cálculos necesarios para tomar la mejor decisión entre las posibilidades que tiene, con lo que alcanza su punto más alto en la escala de preferencias.
A partir de este concepto podemos hablar de la teoría subjetiva del valor: la economía como ciencia empírica que es constata las preferencias de los consumidores y, a través de análisis matemáticos y estadísticos, puede encontrar la mejor asignación de recursos posible en la empresa orientada a las preferencias del mercado.
Revolución marginalista: la utilidad marginal decreciente
A diferencia de los autores clásicos los marginalistas tienen en cuenta los deseos y la satisfacción (felicidad) que el producto o servicio produce en su comprador.
Como veremos en el punto siguiente, la utilidad marginal decreciente nos dice que a mayor cantidad de producto menor es la utilidad que aporta.
El utilitarismo
En los trabajos de Jeremy Bentham, James Mill y, al final, John Stuart Mill nos hablan de que el individuo persigue la felicidad, teniendo en cuenta aspectos como el placer que aporta, el dolor, la intensidad y duración.
La riqueza aporta felicidad, si dos personas tienen diferente fortuna la que es más rica es más feliz, aunque su exceso de felicidad será siempre menor que su exceso de riqueza.
Las elecciones de compra se harán buscando esta felicidad.
La Escuela Austriaca de Economía
Siguiendo a los escolásticos españoles de la Escuela de Salamanca del Siglo XVI (como Diego de Covarrubias, entre otros) se analiza la idea de Aristóteles de la utilidad como valor subjetivo.
El valor de las cosas no depende de sus características propias sino de la estimación que tienen los hombres.
El valor de las cosas depende de su utilidad, su abundancia, de sus compradores y vendedores, del grado de ansiedad por comprarlas o por venderlas y, por tanto, esta utilidad no se refiere a la satisfacción que produce el bien sino a su uso, a para qué es útil.
La crítica que los Austriacos hacen de la economía neoclásica es que se centra demasiado en estudios matemáticos y estadísticos y no tiene en cuenta, en absoluto, los deseos, gustos y preferencias del comprador que tienen siempre un componente más o menos irracional.
La utilidad marginal decreciente
Ya hemos hablado de ella en el punto anterior: la utilidad de un producto o servicio depende de la necesidad o deseo que tengamos por él y, por lo tanto, cuando más se consuma menos utilidad tendrá.
Si estamos en el desierto y muertos de sed un vaso de agua no tiene precio, si tenemos a nuestra disposición toda el agua que sea y ya hemos bebido varios vasos un vaso de agua no tiene ningún valor para nosotros.
Según la definición de Viner (1925), la utilidad marginal decreciente es “el principio que indica que cualquier persona que adquiera o consuma unidades sucesivas de cualquier bien, obtendrá menos utilidad por cada unidad adicional sucesiva”.
Explicado con un ejemplo, si tenemos hambre y pedimos un entrecot nos lo comeremos muy a gusto, una vez que nos lo hemos comido, si somos muy tragones, podemos pedir y comernos otros pero ya llega un momento en el que no vamos a querer más y, si comemos entrecot todos los días, llegará también un momento en que nos cansemos y queramos comer otra cosa, la utilidad va disminuyendo e, incluso, desaparece cuando más consumamos de un bien.
Desde el punto de vista neoclásico este efecto de disminución se produce porque según consumimos algo se va saciando su necesidad y cada vez aporta menos al consumidor.
Desde el punto de vista de la Escuela Austriaca la utilidad disminuye porque un aumento de la oferta hace que la cantidad de bien al alcance del consumidor sea mayor y, por tanto, le de menos valor, pero nunca alcanzará un valor negativo.
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