Teoría de la aguja hipodérmica
La teoría de la aguja hipodérmica es un conjunto de conocimientos organizados para determinar la influencia de los mensajes en las instancias de recepción y en la conducta de los receptores. Se trata de un marco teórico proveniente de las ciencias de la comunicación y la psicología de masas. Establece las relaciones de sentido producidas entre la emisión de un mensaje o estímulo y su recepción pasiva.
Origen y alcance de la teoría
Los primeros estudios realizados sobre la influencia de los mensajes masivos se producen en torno a la consolidación de la sociedad de masas a comienzos del siglo xx. La aparición de un conjunto social diverso y masivo de sujetos “indiferenciados” condujo a la necesidad de producir piezas de comunicación que pudieran conducir sus hábitos y costumbres.
Este modelo se condice con los movimientos laborales y las revoluciones socialistas del mismo periodo, pero su importancia crece con la Primera Guerra mundial y termina de adoptar su forma definitiva a fines de 1930. Los movimientos fascistas en Europa crecen gracias a la implementación de las técnicas de propaganda y comunicación implementadas en su momento por los movimientos socialistas de principios de siglo.
El modelo de la teoría de hipodérmica coincide con la necesidad de establecer un sistema de conocimientos que pueda responder de manera efectiva a este tipo de comunicación a gran escala y producir conclusiones a partir de sus efectos. Este y otros modelos responden a lo que se conoce como la corriente conductista dentro de la psicología; esto es, la explicación de fenómenos a través de la observación del comportamiento en función de un conjunto de estímulos y respuestas.
Características de la teoría de la aguja hipodérmica
Esta teoría responde a distintos supuestos y premisas conceptuales que tienen que ver con la idea de que los receptores de los mensajes, en el contexto de aquel momento, eran receptores pasivos de un mensaje que, por repetición y persistencia, moldea su percepción y respuesta antes una variedad de hábitos y conductas sociales.
Según este planteo, el sujeto social que se reconoce en la comunicación de masas estaría subordinado a varios factores que producen un condicionamiento de su experiencia en función de los mensajes y la propaganda. Dichos factores son el aislamiento y la enajenación, la falta de interacción con otros sujetos y la naturaleza unidireccional de las instancias de emisión y recepción —respuesta pasiva—.
La asimetría entre estos dos polos de la comunicación implica, para la teoría de la aguja hipodérmica, que las acciones del emisor producen siempre un estímulo específico y un tipo de respuesta invariable por parte del receptor, sin considerar ninguna otra variable de índole social, ambiental o ideológica.
La relación entre emisión del mensaje y su recepción, el estímulo y la respuesta resultante, se considera útil en muchos casos en los que la comunicación se realiza en condiciones controladas y previstas. Por ejemplo, en el caso de un plan de evacuación o en el caso del diseño de la información, puesto que se establece que el receptor del mensaje se encuentra en determinadas condiciones que hacen necesario un tipo de respuesta acordada de antemano —por ejemplo, no utilizar el ascensor en casos de incendios—.
Críticas a la teoría de la aguja hipodérmica
Si bien en aquel entonces esta idea tenía mérito por la novedad de aquella nueva organización social conocida como sociedad de masas, las críticas a este modelo se basan justamente en esta idea del receptor pasivo. Es por eso que sus premisas y conclusiones hoy son tomadas como incompletas, pero que fueron profundizadas con el correr del tiempo y sirvieron como antecesoras de teorías más complejas.
En este sentido, lo que más caracteriza a esta teoría es su capacidad de responder a la nueva organización social y a la proliferación de los aparatos de propaganda y la comunicación a gran escala. Sin embargo, también supone una aproximación válida a las experiencias totalitarias de aquel periodo, aunque esta termina produciendo un marco igualmente totalizador al descartar la diversidad entre individuos y reducir su respuesta a un tipo de causalidad determinada por la simple suma de estadios consecutivos en las instancias de emisión y percepción.
En sentido estricto, la teoría no produce más que conclusiones deterministas sobre la comunicación a un nivel superficial. Su vertiente comunicativa opera con base en un modelo que no desarrolla en profundidad el proceso por el que se produce la comunicación y solo considera la relación de causa y efecto como originada por un estímulo externo.
Al tratarse de un modelo conductista, la teoría emplea métodos experimentales y la observación como valores fundamentales, sin considerar la compleja relación que existe entre las condiciones de producción de un mensaje, el contexto de su aplicación, los medios de comunicación existentes y el proceso psicológico de elaboración de sentido inherente a la recepción efectiva del mensaje —entre muchos otros factores—.
La teoría de la aguja hipodérmica nace como respuesta a la incertidumbre producida en el contexto de un nuevo tipo de organización social; la sociedad de masas. Supone la implementación de un modelo unidireccional en la comunicación y la idea de una respuesta pasiva por parte del receptor ante un estímulo particular.
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