Tecnoestructura
Desde principios de la Revolución Industrial hasta la actualidad, el trabajo ha cambiado mucho, y con él la forma de gestionar los recursos humanos y las propias organizaciones. Del empresario que tomaba todas las decisiones hemos pasado a un organigrama complejo compuesto de expertos en diferentes materias que, combinando sus conocimientos, pueden conseguir aumentar la ventaja competitiva, surgiendo así lo que se conoce como tecnoestructura.
El origen del concepto
John Kenneth Galbraith fue uno de los economistas más importantes del siglo XX, llegando a ser presidente de la Asociación Económica Americana. Es reconocido a nivel mundial por haber escrito algunas obras de referencia en el campo de la economía que, a día de hoy, siguen de plena actualidad y siguen teniendo aplicación práctica.
Una de las particularidades de su forma de pensar es que aportaba una perspectiva institucional del poder económico, destacando el papel central que tenían las empresas en las políticas económicas más progresistas.
En la década de los 80 publicó su obra “El nuevo Estado industrial”, en la que acuñó el término de tecnoestructura, que se sigue usando cuatro décadas después.
Concepto de tecnoestructura
Para Galbraith los viejos modelos de gestión de la industria ya no son válidos en las empresas modernas.
Antiguamente, el empresario era quien aportaba el capital y quien se encargaba de la organización del negocio y de todos los factores que influyen en la producción. Sin embargo, a medida que las empresas se fueron volviendo más complejas esta forma de dirección ya no era viable.
En primer lugar, en la mayoría de las empresas modernas hay una separación entre el capital y el control empresarial, ya que muchas veces los socios que aportan el dinero no trabajan en la compañía. Por otro lado, la gestión se vuelve más y más compleja y no puede ser ejercida por una sola persona.
Junto al director general o CEO se posicionan expertos en marketing, en comunicación, en finanzas, en temas legales, etc. Es justo esa estructura formada por técnicos y especialistas que aportan su conocimiento y su talento a la organización y ayudan a tomar decisiones estratégicas, lo que se conoce como tecnoestructura.
Lo que proponía Galbraith era diferenciar entre la gerencia o management, entendida como el conjunto de personas que dirigen la empresa (presidente, vicepresidente, miembros de la junta, etc.) y ese otro grupo de personas que, no formando parte propiamente de la gerencia, operan como cerebro de la empresa y la llevan a tomar buenas decisiones. Se dio cuenta entonces que este último grupo no tenía denominación, y acuñó el término de tecnoestructura.
La tecnoestructura en la actualidad
Aunque los postulados de Galbraith tienen varias décadas y en ese período ha habido muchos altibajos a nivel económico, la importancia de la tecnoestructura no ha hecho sino crecer.
Para este economista, el objetivo principal de las empresas no es obtener rentabilidad como tal, sino crecer, porque dicho crecimiento lleva consigo un aumento todavía mayor de la rentabilidad. Y sostenía que dicho crecimiento empresarial no era posible sin hacer uso de la tecnología y aprovechar todas las posibilidades que esta brinda. Y son precisamente quienes integran la tecnoestructura los que mejor saben cómo sacarle partido.
La relación entre los accionistas y la tecnoestructura
En el paradigma propuesto en “El nuevo Estado industrial” la organización empresarial se divide entre el equipo de management o gerencia y la tecnoestructura. Todos ellos deben trabajar juntos para conseguir los objetivos de la empresa, pero puede que sus prioridades no sean las mismas.
Los accionistas son una de las partes más complejas de la gerencia. Es frecuente que no trabajen en la compañía y su único objetivo es obtener beneficios. Pero por otro lado está la tecnoestructura, formada por profesionales que buscan el crecimiento y están menos dispuestos a aceptar el riesgo asociado a ciertas decisiones.
En la obra de Galbraith se habla de la tecnoestructura como el capitalismo gerencial, entendiendo que el mismo se oponía a los intereses tradicionales de los accionistas, ya que estos últimos tienen mayor tendencia a adoptar decisiones impulsivas y no bien fundamentadas que pueden poner en apuros a la empresa.
Con el paso del tiempo esa confrontación entre accionistas y especialistas de la gestión se ha suavizado, gracias en gran medida a que la tecnoestructura se ha convertido en una parte vital de las grandes empresas. Quienes la integran han demostrado que, si se les deja trabajar, pueden conseguir que la empresa no solo crezca sino que además aumente la rentabilidad que le proporciona a los accionistas.
Dado que la tecnoestructura está formada por profesionales con una gran capacitación, no es de extrañar que en los últimos años las empresas se hayan centrado en buscar el mejor talento, eligiendo a profesionales con un alto grado de formación, puesto que al fin y al cabo la conjunción de sus talentos opera como cerebro de la empresa y tiene una importancia fundamental en la supervivencia del negocio.
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