Sobrevalorado
El Diccionario de la RAE define sobrevalorar como “otorgar a alguien o algo mayor valor del que realmente tiene”.
Decimos que una cosa está sobrevalorada cuando se le asigna un precio económico mayor que el que realmente tiene.
El caso contrario sería una cosa infravalorada si su precio asignado es menor que el real.
Esta diferencia de valor se puede encontrar en el mercado (en el precio en que se puede o se quiere comprar o vender algo), en los registros de la contabilidad o en la asignación de valor de algo para liquidar impuestos.
En el contexto que estamos hablando nos interesa especialmente la diferencia de valor en los activos financieros: acciones, obligaciones, bonos públicos, futuros, etc.
Activos sobrevalorados o infravalorados en el Balance
El Plan General Contable exige que los elementos que recoge el balance se valoren según su precio de adquisición.
Ésto significa que el valor de determinados activos que puede variar o fluctuar puede no responder a su valor contable; por ejemplo, unas acciones que cotizan en un mercado secundario tienen el valor que corresponda a la cotización en cada momento pero constarán en nuestro balance por su precio de adquisición, lo que supondrá normalmente una diferencia en más o en menos.
Normalmente antes del momento de cerrar un ejercicio se suele registrar las pérdidas de valor mediante el deterioro.
En cuanto al inmovilizado material, su deterioro se registrará en la cuenta (291) como una provisión y con cargo a cuentas de gastos.
En los activos financieros es obligatorio, en caso de sobrevaloración contable, contabilizar su deterioro: hablamos tanto de precios de títulos como de otros activos financieros como deudas a nuestro favor en los que puede haber problemas de cobro.
En el caso contrario, de infravaloración de un activo, no se puede computar contablemente la diferencia positiva salvo los casos en que lo permita una norma habilitadora de revalorización de activos, lo que ocurre muy pocas veces.
En este caso la diferencia de valor no se reflejará en la contabilidad hasta que se venda ese activo y se reciba un precio superior al contabilizado.
Activos sobrevalorados en el mercado
El que un bien, una cosa, esté por encima o por debajo de su valor en el mercado significará que es posible comprarla y/o venderla por un precio superior o inferior a su valor real.
Ésto suele ser algo que se suele corregir por el propio mercado: existe una elasticidad de la demanda, que delimita la cantidad que se va a vender a determinado precio y, cuanto mayor sea el precio menos cantidad se va a vender y una elasticidad en la oferta, que por el contrario supone que se ofrecerá menos cantidad de ese bien cuanto menor sea se precio. El mercado suele fijar los precios según estas dos variables con lo que el precio normal va a coincidir con lo que vale esa cosa.
Desde luego, si encontramos algo que podamos adquirir muy por debajo de su valor lo vamos a comprar sin pensarlo dos veces. De la misma manera si nos compran algo que tenemos muy por encima de su valor lo vamos a vender.
La burbuja financiera
Con cierta frecuencia a lo largo de la Historia del mundo capitalista aparece el fenómeno de la burbuja financiera, la primera sucedió en Holanda del Siglo XVII, la crisis de los tulipanes, y la más conocida fue el crac de 1929 en la Bolsa de Nueva York, pero han existido otras, la última en España fue la burbuja inmobiliaria.
Una burbuja financiera se produce cuando en los mercados de valores la gente compra títulos por encima de su valor; se trata de especuladores que tienen la certeza de que los valores van a seguir subiendo y compran, muchas veces endeudándose para ello, con el objetivo de vender más caro enseguida.
Esta forma de comprar crea un círculo vicioso en el que los compradores van subiendo el precio constantemente y se enriquecen con ello.
Pero llega un momento en que la burbuja estalla, cuando alguien intenta vender a mayor precio de lo que compró ese activo y no encuentra a nadie dispuesto a comprárselo esa noticia circula rápidamente y cunde el pánico con lo que todos los que tienen esos activos querrán vender y los precios se desplomarán de manera inmediata, produciendo la ruina de todos los compradores además de la ruina de quienes les han prestado dinero para sus operaciones.
Una forma de intentar prevenir este desastre es controlar la forma de dar financiación (préstamos) de las entidades financieras: en las burbujas financieras los compradores suelen utilizar dinero prestado por un banco que luego no van a poder devolver cuando se arruinan.
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