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Remanente

por Software DELSOL

La definición de la Real Academia de la Lengua Española, en pocas palabras, deja fuera las ambigüedades que pudiera albergar la palabra remanente; de esta forma, lo define como un adjetivo que quiere decir "que queda o sobra" o "parte que queda de algo". Incluso en la etimología encontramos claras referencias a su significado: el verbo remanere en latín significa "quedar". En el mundo angosajón nos encontraremos la palabra remainder.

No obstante, en términos económicos esta definición se queda corta. “Remanente” es un concepto relacionado con la contabilidad, es decir, con el conjunto de sistemas (análisis, registros) que se encargan del control de las operaciones de una empresa, como puede ser una pyme.

El remanente, un término contable

Podríamos expresar el remanente como aquella cantidad de dinero, saldo o similares que nos ha quedado después de una o varias transacciones y al que aún no se ha asignado una aplicación, destino o inversión. En el enorme trasiego de transacciones que han de ser hechas durante la vida útil de una empresa, el remanente podría aparecer en incontables ocasiones (así como "excedente" cuyo destino no ha sido aún asignado). Precisamente por ello, este término suele ser utilizado para calcular el resto sin asignar, sin aplicación prevista al final de un año fiscal (o periodos fiscales similares).

Quizá os preguntéis, ¿pero, entonces, remanente es sinónimo de beneficio? Si bien la pregunta es lógica, la respuesta es negativa. El beneficio, que llanamente es la potencial cuantía que se puede ganar después de cualquier acción empresarial (con o sin previsión de costes en un principio), puede, no obstante, ya estar reasignado a una futura tarea. 

Por ejemplo: si tu negocio vende muebles, una vez organices los presupuestos, una parte de los beneficios netos de tu actividad, pongamos, mensual, van a ir dirigidos automáticamente a la obtención de más materia prima, herramientas y mano de obra, para que la cadena de producción no se detenga. Como es dinero asignado a futuro, no es remanente.

Si tu negocio ha ido bien, obtendrás unas ganancias que no preveías, porque ya tenías preparado lo que necesitabas para continuar tu negocio. Ese sobrante "inesperado" (pero muy codiciado), y que se calcula en el término de un periodo fiscal, es el remanente.

¿Qué hacer con el remanente?

Una vez se haya cerrado el periodo fiscal determinado, cuando se hayan repartido las ganancias, pagado los impuestos, los acreedores, la distribución y aquel largo etcétera, cabrá preguntarse qué hacer con el remanente.

Pues bien, las tres opciones principales serían las siguientes:

  • Reservar el remanente a cuentas asignadas, precisamente, a guardar el remanente. Esto es especialmente útil como medida de prevención ante posibles riesgos que queramos asumir en el futuro o, por el contrario, gastos inesperados que podrían poner en tela de juicio nuestro funcionamiento empresarial. 
  • Repartir el remanente entre accionistas, propietarios y demás personas implicadas que han aportado su valor para hacer crecer la economía de la empresa.
  • Reinvertir el remanente, es decir, programar que este "beneficio sobrante" vaya a parar a futuros proyectos en los que hace falta inversión por parte de tu empresa.

Existe, no obstante, el término remanente de producción, que supondría el mismo concepto, pero en especie. En ese caso, como es lógico, sus opciones de futuro podrían verse limitadas.

De esta manera, aunque un ingreso extra (que traduce una mejora de tus condiciones económicas) siempre es buena noticia, conviene ser prudente y pensar bien cuál será su próximo destino (y entonces, efectivamente, dejará de ser remanente).

El remanente en empresas públicas y autónomos

Siempre es positivo saber cómo afectan todos los términos a los otros tipos de empresas.

En el caso de las empresas públicas o administración, se considera remanente de tesorería. Principalmente se considera un medio de valorar la solvencia y capacidad económica de la organización a tratar, y que servirá para demostrar su eficacia ante el correspondiente organismo público que le apoye o financie. También podrían destinarse en el siguiente plazo fiscal a obras públicas y servicios.

Para el trabajador autónomo, el remanente, y a diferencia de empresas públicas y privadas, se queda como beneficio neto para él mismo, puesto que se adscribiría a su sueldo (sin tener de intermediario juntas de dirección que decidan los presupuestos, por ejemplo). El único condicionante sería que dicho remanente sea de producción y que, como hemos visto, entonces podría no suponer ningún beneficio en el caso de que sean, por ejemplo, materiales perecederos, o similares, que no pueden reintroducirse en el mercado.

En esencia, el remanente es todo aquel beneficio obtenido al final de un periodo fiscal determinado y que no estaba reflejado en los presupuestos presentados para ese tiempo de producción y venta. Por lo tanto, estas cantidades sobrantes no están, en el momento de la obtención, asignados o aplicados a ninguna cuenta, acción o inversión futura.

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