Reestructuración
Si buscamos en el diccionario de la RAE, reestructuración es “la acción de reestructurar”. Y reestructurar queda definido como “modificar la estructura de una obra, disposición, empresa, proyecto, organización”. Nos quedamos con esta idea para nuestro glosario: una reestructuración empresarial es cambiar los aspectos básicos y centrales de la empresa, sus fundamentos estructurales. No es un mero cambio menor que deja la empresa como estaba.
La reestructuración es un proceso complejo y necesario para: 1) garantizar la supervivencia de la empresa en una situación de crisis; o 2) para adaptarla a un nuevo escenario de mercado, buscando su mejor competitividad, su modernización profunda, etc.
Situaciones que provocan una reestructuración empresarial
Las empresas, como las personas, tienden a mantener una rutina: hacen las cosas de la misma forma que siempre, porque el cambio requiere esfuerzo y sacrificio; necesitan un proceso de adaptación que no siempre es fácil.
Las situaciones que provocan una reestructuración en la empresa pueden deberse a factores exógenos y a factores endógenos. Las causas externas pueden ser varias: crisis económicas, cambios legales, cambios en los hábitos de consumo, evolución tecnológica o entradas de nuevos competidores en nuestro mercado.
Pongamos algunos ejemplos. En los últimos 20 años, se han producido importantes cambios en el mercado y la sociedad que han sido detonantes para que muchas empresas hayan tenido que adaptarse para no desaparecer. Y muchas han desaparecido.
En la banca, por ejemplo, estamos asistiendo a un auténtico tsunami cuyo final aún no está claro. Está padeciendo la revolución que supone la aparición de nuevos jugadores como los neobancos o las fintech (entidades financieras que operan exclusivamente en internet y que van comiendo terreno a los bancos tradicionales). También le afectan otras cuestiones como la política monetaria o la paulatina desaparición del efectivo, lo que provoca la necesidad de adaptarse a esos nuevos escenarios. Las consecuencias ya las sabemos: estrechamiento de sus márgenes comerciales, cierres de oficinas...
A veces, esos cambios vienen por la promulgación de una nueva legislación que introduce nuevas exigencias y que propicia la reestructuración de sectores completos de la economía. Como ejemplo, podemos citar la normativa comunitaria de emisiones de CO₂, que está poniendo patas arriba a un sector tan poderoso como el automovilístico.
Como dijimos, en muchas ocasiones la reestructuración de la empresa se hace necesaria para poder competir mejor en un mercado que cambia con la irrupción de nuevos competidores.
Pensemos en los cambios tan profundos que vivimos en el comercio en la España de principios de los 80, donde todo eran pequeñas tiendas o supermercados tradicionales, y que, de la noche a la mañana, tienen que empezar a competir con grandes multinacionales de la distribución que ofrecían todo lo que el consumidor necesitaba sin tener que salir del edificio. Muchas empresas se vieron obligadas a adaptarse para poder competir y otras desaparecieron sin más.
Las crisis económicas globales también son grandes transformadoras de las empresas. En España, asistimos a un auténtico cataclismo en la construcción con la crisis de 2008. Muchas empresas redujeron su tamaño para adaptarse a un mercado más pequeño, otras tuvieron que ampliar sus actividades o se internacionalizaron. También podemos citar la actual crisis de coronavirus, que está obligando a muchas empresas a reinventarse para no morir.
Los motivos internos que pueden provocar una reestructuración pueden ser cambios de calado en el equipo humano (directivos, equipo técnico de primer nivel). También pueden estar motivadas por reestructuraciones societarias (adquisición por otra empresa, cambios en el accionariado, fusiones, procesos concursales).
En estos casos, la tecnología o el mercado no cambia, ni hay una crisis económica a nivel nacional, pero la empresa puede entrar en crisis porque ha habido una mala gestión o una pérdida de competitividad, y es necesario hacer una reestructuración interna para salvarla. Los cambios también pueden venir motivados porque la empresa es adquirida por otra más grande y se tiene que integrar en la estructura y la cultura empresarial de esta. O porque hay una remodelación profunda del equipo de dirección que implanta nuevos métodos de trabajo o producción. También porque entran nuevos accionistas que le dan un giro a la gestión de la empresa.
Tipos de reestructuración
Ya hemos visto las causas que pueden provocar una reestructuración en la empresa y hemos dado algunos ejemplos. En este apartado, vamos a centrarnos en la forma de hacer la reestructuración, en las herramientas que las empresas tienen en su mano para hacer estos cambios. Y podemos distinguir varios tipos de reestructuración:
- Cambios en el organigrama: sería una reestructuración interna. Si cambiamos el CEO de la empresa y su equipo directivo, podemos estar dando a la empresa un giro radical, porque pueden aplicar un nuevo modelo de negocio muy diferente al anterior.
- Cambios tecnológicos: si cambiamos los equipos productivos por otros más modernos o introducimos un proceso de digitalización, se puede hacer una reestructuración bastante profunda de nuestra empresa. Pensemos, por ejemplo, en un comercio tradicional que empieza a vender por Internet, incluyendo un nuevo canal de venta que no tenía hasta ese momento.
- Reestructuración financiera: motivadas por cambios en el capital social (ampliaciones o reducciones de capital, entrada de nuevos socios), préstamos para hacer frente a nuevas inversiones, rondas de financiación en startups, etc.
Como podemos ver, una reestructuración siempre implica un periodo de crisis, pero no tenemos que entender esto como algo necesariamente negativo, sino que muchas veces es una oportunidad para mejorar o para cambiar el rumbo que la empresa llevaba hasta ese momento.
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