Poder adquisitivo

El Diccionario de la RAE define poder adquisitivo como “capacidad económica para obtener bienes y servicios”; es por tanto la disponibilidad de recursos económicos que tiene una persona para atender sus necesidades y deseos, disponibilidad que vendrá, normalmente, de sus ingresos y de su patrimonio.

Cuando mayores sean los recursos de la persona mayor será su poder adquisitivo y viceversa.

Sin embargo, hay otra variable de la que no hemos hablado: no sólo influye la cantidad de dinero que se tenga para gastar sino también lo que cuestan los bienes y servicios: el Índice de Precios al Consumo es esa otra variable, cuando mayores sean los precios menor será el poder adquisitivo de la persona (o de la población).

Calcular el poder adquisitivo

Como hemos visto hay que tener en cuenta la combinación de las dos variables, disponibilidad de dinero y variación de los precios.

La inflación o elevación generalizada de precios no tiene por qué suponer automáticamente un descenso del poder adquisitivo, habrá que ver la proporción entre esa subida de precios y la variación de los ingresos de la población.

Sin embargo una devaluación de la moneda si suele traer consigo una bajada del poder adquisitivo: precisamente se hace para mantener los sueldos y los precios en esa moneda pero tiene el efecto de que los productos que se compran fuera del país resultan mucho más caros, lo que baja este poder adquisitivo.

Cuando el Estado no puede devaluar su moneda (como ocurre en España porque nuestra moneda es compartida con otros) se acude a la devaluación interna, que suele consistir al final en una bajada de los ingresos de los trabajadores y una subida de los impuestos indirectos (lo que ha sucedido con la famosa reforma laboral), lo que va a suponer una merma en el poder adquisitivo de la población.

Consecuencias

Como es obvio, tener más poder adquisitivo es mejor que tener menos.

La población (y las personas que la componen) tienen unas características en su economía, un determinado nivel de ingresos así como unos gastos fijos que necesitan como el tener una vivienda, comer, vestir y otros no tan primarios pero que también se producen como el transporte, el ocio, las vacaciones, etc.

Charles Dickens en su novela Oliver Twist hace decir a uno de sus personajes: si ganas cinco libras y gastas seis eso es un infierno, si ganas cinco libras y gasta cuatro eso es el Paraíso.

Está claro que si los gastos fijos son superiores a los ingresos de que se dispone el país (o la persona) tiene un problema.

Este problema de no tener dinero suficiente para atender los gastos tiene muchísimas más consecuencias de lo que podemos pensar:

En primer lugar el no disponer de recursos va a suponer no poder ahorrar ni, por tanto, invertir lo que va a afectar a las empresas que no podrán pedir recursos a sus inversores o financiadores.

Además, una situación de bajo poder adquisitivo va a afectar a las ventas de las empresas y, por lo tanto, va a suponer un menor crecimiento económico.

Por último, aunque quizá sea lo más importante, esta situación va a hacer aumentar el desempleo. A mayor poder adquisitivo mayor nivel de empleo.

La moneda

En todo este asunto debemos, para terminar, hablar de una realidad que no forma parte directa del poder adquisitivo pero que es esencial para el mismo, el dinero que se configura como moneda.

Una de las funciones del dinero es como medio de intercambio; sirva para comprar bienes y servicios y se obtiene por prestar servicios o vender o utilizar bienes.

Por lo tanto el dinero está en medio, es un instrumento para eso que se ingresa y que se gasta.

Pero el intercambio no es la única función del dinero por lo que el dinero puede ir hacia la nada (el ahorro).

Por otro lado el dinero se configura como una divisa que tiene un valor relativo en el ámbito internacional y que, por ello, puede suponer cambios respecto de otras monedas.

Podemos decir que esto es la tercera variable del Poder Adquisitivo.