Mayorista
El diccionario de la Real Academia Española define mayorista como “Comerciante o empresa que vende, compra o contrata al por mayor”.
Por lo tanto, estamos hablando de una empresa (que puede ser una sociedad mercantil o un autónomo) que comercializa productos o servicios pero que no los vende al público consumidor sino a otras empresas que, a su vez, pueden ser también mayoristas o minoristas.
El minorista es el que vende directamente al consumidor.
Desde la fabricación o producción de bienes o servicios hasta su adquisición por el consumidor final el producto o servicio sigue un camino al que llamamos cadena de distribución; salvo algunos casos muy infrecuentes en los que acudimos directamente al productor para comprar sus productos (como cuando paramos en la carretera para comprar melones) lo normal es que el productor distribuya sus productos a través de esta cadena.
Por lo tanto, el mayorista puede ser: el propio productor que vende sus bienes o servicios a los minoristas o un intermediario, es decir, una empresa cuya actividad es comprar al productor y vender al distribuidor (o, a veces, a otro mayorista).
Este intermediario no se limita, normalmente, a comprar y vender: además de la logística, el transporte, la distribución, puede aportar un control de calidad, una marca comercial, un envasado, etc.
En realidad, este sistema de mayoristas y minoristas suele ser necesario. La gestión de productos y servicios en grandes cantidades que deben ser distribuidos en amplias zonas geográficas no está al alcance de todas las empresas; el mayorista realiza esta gestión y deja al minorista el contacto final con el público.
Razón de ser
La empresa productora de bienes o servicios debe hacer llegar al público sus productos.
Si los consumidores están dispersos por un área geográfica muy amplia o muy dispersa esta distribución de los productos a los minoristas requiere la solución de problemas logísticos importantes.
Es necesario tener la infraestructura para distribuir (hacer llegar en condiciones adecuadas) los productos a todos los puntos de venta, así como gestionar los problemas o reclamaciones que puedan surgir, además del hecho de que hay que promover la venta del producto a través de actuaciones de marketing que no son sólo la publicidad sino otras como el mantenimiento de una marca comercial, de servicios post venta eficaces o la creación de promociones y otro tipo de eventos.
Además, toda esta actividad requiere su propia financiación ya que tiene sus costes económicos propios.
Salvo que el fabricante tenga capacidad logística y económica para resolver todos estos requerimientos por sí solo, la única solución a estos problemas va a ser acudir al mayorista que es una empresa que sí tiene esta capacidad logística y económica (ya que es su negocio); incluso, en algunos casos, aunque el fabricante pueda tener cierta infraestructura directa de ventas a comerciantes minoristas puede acudir, de todos modos, a intermediarios para aumentar sus ventas.
Desventajas
El inconveniente que se ve claramente de la intervención del mayorista es que encarece el producto; en su intervención el mayorista debe aplicar sus propios márgenes de beneficio al igual que lo harán el productor y el distribuidor, lo que va a encarecer el precio final del producto.
Otro inconveniente del mayorista es que concentra la demanda del producto ante la empresa productora, lo que le da un poder mucho mayor que el que tendrían los distribuidores si compraran directamente a dicha productora ya que va a tener un margen mucho más cómodo de negociación el mayorista y, además, cualquier problema o insolvencia que le afecte va a contagiarse a sus propios proveedores.
A pesar de todo esto los mayoristas son necesarios: en un mundo en el que la distribución debe hacerse en extensas áreas geográficas además de requerir otro tipo de actuaciones o inversiones el productor no tiene, normalmente, capacidad para vender sus productos en todos los mercados a los que debe llegar y necesita al mayorista.
Obligaciones legales
Por lo que hemos visto hasta ahora, el mayorista es una empresa normal que realiza operaciones mercantiles normales.
Por ello, los contratos que suscribe, tanto con sus proveedores (normalmente los productores) como con sus clientes (normalmente los detallistas) son contratos ordinarios de comercio a los que se va a aplicar toda la normativa correspondiente en todo tipo de aspectos como los plazos de pago, cumplimiento de obligaciones de entrega o recogida, obligaciones documentales, etc.
En lo relativo al IVA, como tal impuesto lo soportan los consumidores las facturas que pague el mayorista le generarán un IVA soportado y las que cargue a sus clientes un IVA repercutido por lo que su liquidación será siempre la diferencia entre ambos y, dado que el precio de venta será normalmente mayor que el de compra, los mayoristas tendrán normalmente que pagar por este impuesto.
Mención especial merece la garantía de los derechos de los consumidores: aunque quién se relaciona directamente con el consumidor es el comerciante minorista, su proveedor mayorista tampoco se puede desentender de estas garantías.
Normalmente en los propios contratos que firme con el minorista se regulará este tema; en todo caso se le podría reclamar en aspectos como el servicio post venta, cambios y devoluciones, garantía en general y, en el caso de productos alimenticios, el tema de la trazabilidad, por ejemplo.
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