Inmovilizado material
Hablamos de inmovilizado material para referirnos al conjunto de bienes que, con existencia física, están en el patrimonio de una empresa y no son destinados a comerciar directamente con ellos sino a la producción, siempre que la duración de su aportación productiva sea de más de un año.
Como veremos, el inmovilizado material forma, junto con el inmovilizado inmaterial y el financiero, el activo no corriente en el balance de la sociedad.
Según la definición que de él acabamos de dar, para que un elemento forme parte del inmovilizado material tiene que tener las siguientes características:
- Ser un bien, es decir, un activo que forme parte de la actividad productiva de bienes o servicios de la empresa y sea utilizado en dicha actividad.
- Ser un bien material, es decir, tener presencia física (que se puede tocar); esto lo diferencia del inmovilizado inmaterial y del financiero.
- Estar destinado a la actividad productiva y no a comerciar con él; es decir, si la empresa tiene una nave, un terreno o un piso que utiliza para oficinas, taller y/o almacén ese inmueble es un inmovilizado material, pero si la empresa se dedica a la actividad inmobiliaria y tiene un piso que ha comprado para venderlo (en las condiciones que lo compró o tras una reforma) ese piso no es inmovilizado material sino una mercancía y formará parte del activo circulante (o corriente).
- Que los servicios que presta a la actividad productiva sean de duración superior a un año; aunque compremos un activo que sea para aportar en la actividad productiva y no para comerciar con él, si la duración de los rendimientos que nos va a dar es más o menos inmediata no podemos hablar de inmovilizado, por ejemplo, si compramos tóner para la fotocopiadora o la impresora es un gasto de algo que vamos a utilizar en poco tiempo y, por tanto, formará parte de nuestro activo circulante.
El inmovilizado en el Plan General Contable
El Plan General de Contabilidad, además de regular cómo se contabiliza en inmovilizado material, cómo debe valorarse y cómo se computa su adquisición como gasto, aspectos que veremos todos en los puntos siguientes, incluye en su cuadro de cuentas el grupo (21) donde figuran todas las que recogen este inmovilizado material.
Ver cuáles son estas cuentas nos sirve para hacer una enumeración, aunque sea somera, de los distintos tipos de bienes que suelen componer este tipo de inmovilizado. Las cuentas son:
- Terrenos y bienes naturales (210): solares urbanos, fincas rústicas y otros terrenos no urbanos, así como canteras y minas.
- Construcciones (211): Edificaciones: pisos, naves, locales, que estén destinados a la actividad productiva.
- Instalaciones técnicas (212): grupos de bienes de distinta naturaleza (inmuebles, maquinaria, equipos informáticos y otros elementos) que forman una unidad productiva especializada por lo que, aunque estén formados por elementos separables, están definitivamente unidos por su uso y puedan someterse al mismo ritmo de amortización. En él se incluirán sus repuestos y recambios.
- Maquinaria (213): máquinas y bienes de equipo que necesitamos y utilizamos para la elaboración o extracción de nuestros productos.
- Utillaje (214): herramientas o utensilios que se utilizan junto con la maquinaria.
- Otras instalaciones (215): Elementos diferentes ligados definitivamente por el proceso productivo y que puedan amortizarse al mismo ritmo pero que no puedan incluirse en la cuenta (212).
- Mobiliario (216): muebles y material y equipos de oficina de uso a largo plazo.
- Equipos para procesos de información (217): Ordenadores y programas informáticos y sus accesorios.
- Elementos de transporte (218): todo tipo de vehículos, tanto terrestres (coches, camiones, remolques, etc) como marítimos o aéreos que se puedan utilizar para el transporte de mercancías, personas, animales o materiales.
- Otro Inmovilizado material (219): elementos del inmovilizado material que no se puedan encuadrar en los anteriores puntos. Aquí se encuentran los envases o embalajes cuando deban considerarse inmovilizado así como los repuestos del inmovilizado cuyo ciclo de uso sea superior a un año.
Valor contable del inmovilizado material
Para asignar un valor económico al dar de alta en la contabilidad un elemento del inmovilizado material se aplica el criterio general del PGC de utilizar su coste de adquisición o su coste de producción.
Por lo tanto, si compramos un elemento del inmovilizado su valor será el que figure en la factura o documento de compra al que podremos sumar otros gastos de adquisición (como tributos por la compra, honorarios de profesionales que intervienen en la compra o similares) siempre que no podamos imputar estos otros gastos directamente como gastos. En este caso la contrapartida acreedora será, normalmente, una cuenta de tesorería.
Si el elemento lo hemos producido nosotros mismos, para su valoración debemos calcular lo que nos ha costado su producción: horas de trabajo empleadas, materiales utilizados y otros gastos como pago de royalties o gestiones administrativas necesarias. En este caso la contrapartida acreedora puede ser la cuenta de trabajos realizados para la empresa (731) y/o cuentas de los subgrupos (22) y (23).
Amortizaciones
Como estamos hablando de elementos materiales que nos van a dar servicio en la actividad productiva durante más de un ejercicio, el gasto que supone su obtención no puede computarse en el momento de pagar su precio o realizar los gastos que origina dicha obtención porque ese gasto corresponde a todo el tiempo que dure la vida útil de ese elemento.
Para ajustarnos a la realidad el gasto (a efectos contables y fiscales) lo vamos imputando en los distintos años que nos dure el servicio de ese elemento a través de la amortización que no es sino una periodificación del gasto que se imputará en cada ejercicio según determinados porcentajes o partes que se aplican según el criterio de amortización que utilicemos. La idea es que, además de distribuir el gasto según utilicemos el bien, también se contabilice la depreciación o pérdida de valor de ese bien por su uso o por el paso del tiempo o por otros motivos como la obsolescencia.
Los asientos de amortización, que se realizan al final de cada ejercicio previamente a su cierre, computan el gasto que proceda al debe en la cuenta correspondiente (681) siendo su contrapartida acreedora una cuenta de amortización acumulada de ese inmovilizado (281).
A partir de aquí, el valor contable del activo no es el que le hemos asignado al contabilizarlo, sino este valor inicial restándole sus amortizaciones acumuladas con lo que esos activos van perdiendo su valor contable según vayamos computando su gasto.
Deterioros
Además, en los casos en que esté permitido por la normativa contable y la fiscal, también podemos registrar pérdidas extraordinarias de valor del inmovilizado por deterioro.
La estimación de la existencia de un deterioro se denomina corrección valorativa y debe realizarse una vez al año, al cerrar el ejercicio.
Está permitido imputar este deterioro cuando se acredite que su valor contable es superior a su valor recuperable que es, a su vez, el importe mayor entre su valor de venta (restando los gastos de la venta) o su valor de uso.
El deterioro se contabiliza como gasto en las cuentas (692) para inmuebles y (691) para el resto del inmovilizado y como contrapartida acreedora se imputa a la cuenta (292) ó (291) restando el valor contable del elemento afectado.
Si se recupera el valor se realizará el asiento contrario computándolo como ingreso en las cuentas (792) ó (791).
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