Incentivo
¿Cuánta motivación necesita una persona para realizar algún trabajo o alcanzar un objetivo? Puede que, al relacionar la sombra de un castigo o la promesa de un premio a este desempeño, se cumpla con la finalidad motivadora inherente a un incentivo, el método por el cual se induce un comportamiento concreto a una persona.
El incentivo: una recompensa o un castigo
Las personas no nos movemos "porque sí": nadie trabaja por amor al arte, y nadie se comporta de una determinada forma si no va a conseguir algo a cambio (al menos, en el contexto del mercado laboral).
Puede que el salario sea considerado un incentivo, pero en realidad no lo es en sí mismo, puesto que este cumple con el requisito legal inherente a las relaciones laborales. Todos trabajamos por dinero, pero no todos los trabajos incluyen incentivos a sus empleados.
Entonces, ¿qué es realmente un incentivo? Definiremos incentivo como el mecanismo que premia (o castiga) una determinada acción o conducta: la persona a la que se le aplica un incentivo evaluará los costes y los beneficios de sus acciones, y normalmente decidirá destinar más recursos para alcanzarlo.
En la empresa, la "conducta" deseada suele ser un mejor desempeño del trabajador, traducido por una mayor productividad a la hora de realizar sus funciones, o por la consecución de unos determinados objetivos laborales.
Clases de incentivos
Incentivos económicos
En este caso, la contraprestación del incentivo consiste en una recompensa dineraria: antes dijimos que la percepción del salario no es un incentivo en sí mismo, pero sí que puede serlo un aumento de sueldo, el cobro de unas determinadas comisiones, o la obtención de participaciones o acciones de la empresa.
Es muy común que la dirección de la empresa proponga unos objetivos al personal vinculado directa o indirectamente con el área comercial, y supedite el pago de unos incentivos a la consecución de dichos objetivos, de forma proporcional (escalando la cuantía del incentivo según su porcentaje de consecución) o de forma absoluta (el incentivo se paga solo si se consigue el objetivo de forma íntegra).
Incentivos emocionales
Dijimos que todos trabajamos por dinero, pero eso no significa que esa sea la única contraprestación que obtenemos cuando realizamos nuestro trabajo. Cada vez son más las empresas que se dan cuenta de los beneficios del salario emocional, que se refiere a todas aquellas contraprestaciones no dinerarias que actúan como incentivo para los empleados.
Algunos ejemplos son flexibilidad horaria en la jornada, prácticas de conciliación de la vida familiar, jornadas de networking entre compañeros o programas de feedback laboral. En otras palabras, son todas esas cosas que "no se pagan con dinero".
Incentivos coercitivos
Por otra parte, están los incentivos basados en el miedo a que ocurra algo potencialmente “malo”: son lo contrario de un refuerzo positivo, porque instauran el temor en la persona, que encuentra su motivación en evitar el castigo con que se le advierte.
Son poco efectivos y casi nada recomendables para el trabajo, pero a la hora de la verdad existen muchos empresarios y mandos intermedios que todavía ejercen estas políticas de presión con sus trabajadores, supeditando su desempeño profesional a la continuidad de su relación laboral, o a la merma de sus condiciones de trabajo.
Las ventajas de los incentivos laborales
Motivar a la plantilla
Cuando el incentivo constituye un valor intrínsecamente positivo (desprovisto de connotaciones amenazantes o negativas), actúa muy eficazmente para motivar al empleado, que al divisar una recompensa económica o emocional, incrementa su rendimiento varias cotas por encima de lo habitual.
Atraer y retener trabajadores
Cuando las empresas fomentan los planes de incentivos entre sus empleados, se consigue un efecto retenedor del talento: se evita la rotación de personal y se atraen a más candidatos a los procesos de selección.
Mejorar la productividad
Muy en línea con la motivación está el incremento de la productividad, una consecuencia lógica y casi inmediata de los empleados motivados: en realidad, motivación y productividad se retroalimentan, ya que el trabajador encontrará más motivación disfrutando de la recompensa obtenida por su buen desempeño anterior.
Gestionar el talento
Las empresas que implantan programas de incentivos en sus plantillas son capaces de obtener una visión más precisa sobre el rendimiento de todos sus empleados, a la luz de los resultados obtenidos. También es posible que sea necesario recalcular sobre la marcha las condiciones de los incentivos, si se detecta que nadie los consigue de forma sistemática.
Mejorar el clima laboral
Si los incentivos están previstos para premiar no solo logros individuales, sino también objetivos comunes, se fomentará el espíritu del trabajo en equipo, y se conseguirá una mayor cohesión entre los integrantes de la plantilla.
Los mejores incentivos son aquellos que están bien calculados, en el punto justo entre la exigencia y la viabilidad. No hay nada que desmotive más a un trabajador que percibir que está fuera de su alcance conseguir los objetivos necesarios para cobrar un incentivo. Y no menos importantes son los incentivos no económicos, destinados a preservar la satisfacción global de los empleados.
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