Estructura de mercado
Todo mercado está formado por una serie de agentes que intervienen en él ofertado y demandando productos y/o servicios. Sin embargo, cada uno tiene unas características propias que lo definen, y es precisamente a estas condiciones a lo que se denomina estructura de mercado. Una serie de rasgos que ayudan a identificarlo y diferenciarlo del resto.
Qué es la estructura de mercado
Se considera estructura de mercado a los diferentes tipos de compradores y vendedores relacionados con la compraventa de un determinado producto o servicio, así como a su poder de negociación.
Los componentes de esta estructura son, por un lado el número de consumidores interesados en un cierto producto o servicio y por otro la cantidad de vendedores que los ofrecen. En función del número de oferentes y consumidores existirá más o menos poder de negociación de las partes.
Otros elementos que también componen la estructura de mercado son la facilidad que existe para entrar o salir, la uniformidad de los productos o servicios y el grado de diferenciación.
Tipos de estructuras de mercado
En función de cómo sean los componentes anteriores se puede dar alguno de los siguientes tipos de estructuras de mercado:
Competencia perfecta
Es el modelo deseado, pero resulta muy complicado de conseguir. En un mercado de este tipo hay un gran número de ofertantes y demandantes sin que ninguno de ellos tenga un poder especial para influir en los precios.
Los productos o servicios que se ofrecen son bastante homogéneos entre sí y la información que reciben los consumidores es perfecta, lo que les permite elegir con mayor conocimiento. Además, los costos de transacción (aquellos que son necesarios para poder llevar a cabo el intercambio) son reducidos y no existen barreras a la entrada o salida de los competidores.
Competencia imperfecta
La estructura de competencia imperfecta es la más habitual, pero dentro de ella existen a su vez diferentes subtipos. Se entiende que la estructura es de competencia imperfecta cuando hay situaciones de pérdida de eficiencia por tener mucha influencia los consumidores o los productores en los precios de los bienes.
Monopolio
Es justamente lo contrario a la competencia perfecta. Es un mercado con varios compradores pero un solo vendedor, que es el que tiene todo el poder de negociación y, por tanto, puede imponer los precios que quiera.
Una estructura de este tipo implica una pérdida de bienestar para los consumidores, ya que muchos de ellos no pueden acceder a productos o servicios que necesitan por no poder pagarlos. Además, las barreras a la entrada impiden también que pueda haber productos sustitutivos a precio más accesible.
Oligopolio
Es una situación un poco mejor con respecto a la anterior, pero no demasiado. Aquí lo que hay es varios ofertantes, pero no los suficientes como para llegar a una situación de competencia perfecta. El poder de negociación de los vendedores sigue siendo superior al de los compradores y suele haber una empresa líder cuyas decisiones influyen a todas las demás.
Competencia monopolística
En este modelo hay una gran cantidad de vendedores cada uno con una pequeña cuota de mercado que obtienen gracias a diferenciarse entre sí y ofrecer un producto o servicio no homogéneo. Esto iguala la relación de poder entre oferentes y demandantes, ya que no tienen que ser precio-aceptantes.
Monopsonio
Es la situación contraria al monopolio, un mercado en el que hay muchas empresas ofertantes pero un solo comprador. Lo que supone que todo el poder de negociación está en manos del consumidor.
En una situación así las empresas están muy limitadas a la hora de crecer y tienen que aplicar una política de precios bajos que puede hacerles perder rentabilidad.
Oligpsonio
En contraposición al oligopolio, en una estructura de mercado de este tipo hay un número reducido de consumidores y un número elevado de vendedores, recayendo el poder de negociación principalmente en los consumidores.
Avanzando hacia la competencia perfecta
El mercado de competencia perfecta es más teórico que real, ya que en la práctica resulta muy complicado de conseguir. Sin embargo, la legislación que regula los mercados busca que prime ante todo el principio de libre competencia, a fin de que esa perfección sea algo más asequible tanto para oferentes como para demandantes.
La estructura de un mercado no es siempre la misma, puede variar mucho a lo largo del tiempo. Un mercado que empieza como monopolio puede pasar luego a oligopolio e incluso acabar siendo un oligopsonio en el que los consumidores tengan todo el poder si el producto o servicio ya no es demandado a gran escala.
Los mercados son algo “vivo” y en constante evolución, siempre están intentado avanzar hacia un sistema que sea justo para todos los agentes. Es decir, un modelo en el que el elevado número de compradores y vendedores permita una autorregulación de la oferta y la demanda y con ella de los precios.
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