Estado
El Diccionario de la RAE define Estado como “organización política soberana caracterizada por referencia a una comunidad o población determinada asentada sobre un territorio definido”.
El poder público ha existido siempre, desde las ciudades estado griegas y Roma como ciudad estado, en la antigüedad occidental existió un ámbito que estaba por encima de las personas y que daba legitimidad para ejercer el poder (el imperium); esto dio lugar a la aparición del estado moderno a partir del Siglo XV como entidades soberanas que ejercían el poder político de manera exclusiva; la palabra Estado en este sentido la utiliza, por primera vez, Maquiavelo en su obra El Príncipe.
Quizá la concepción del Estado como un ámbito burocrático organizado que protege un modo de vida se la debemos al primer emperador romano, Octavio Augusto, que durante los cuarenta años de su reinado trabajó para crear estructuras y burocracia que configuraron, por primera vez, un sistema político, económico y jurídico que funcionaba perfectamente y que soportó una colección de gobernantes lamentables porque estaba perfectamente bien diseñado, permitiendo al Impero Romano sobrevivir durante los siguientes tres siglos sin problema, hasta la crisis y reformas de Diocleciano.
El pueblo y la nación
La aparición del Estado tal y como lo conocemos hoy, a principios de tercer milenio, ha sido algo gradual, tras la existencia de esos estados modernos de los que hablábamos se han producido sucesivas etapas en los que se ha ido definiendo lo que es hoy.
El pueblo es un primer estadio, cuya aparición podemos fijar en la Revolución Francesa, el pueblo aparece a partir de los ideas fundamentales: la igualdad y libertad de todos los habitantes de una colectividad existente dentro de un ámbito histórico geográfico (nación) y que tienen una organización política propia (Estado). Este concepto del pueblo tuvo el efecto de anular los conceptos del Antiguo Régimen y dar la soberanía, el poder, a los habitantes, desplazando el predominio desde el Monarca o la nobleza a la burguesía.
Pero el pueblo no puede existir como tal si no se organiza como Estado, necesita una organización política en la que ejercitar este poder.
Una segunda etapa es la aparición de la nación, durante la primera mitad del Siglo XIX y con el romanticismo el pueblo se define como unidad cultural e histórica, con este concepto se va más allá del de pueblo ya que ahora la nación tiene una identidad propia, diferente de los individuos que la componen, tiene su propia personalidad y características propias.
La nación está integrada culturalmente como consecuencia de un proceso histórico común a sus individuos, lo que la dota de una capacidad de actuar en el ámbito de otras colectividades internacionales y sus individuos se identifican como tales, teniendo por ello una autonomía funcional propia.
A partir de estos dos conceptos ya podemos hablar del Estado como forma de organizarse ese pueblo y esa nación y articular su actuación en el ámbito internacional e interno.
El Estado como sujeto internacional
En Derecho Internacional Público el Estado es el sujeto originario como ente dotado de un sistema de gobierno con poder soberano y que ejerce su autoridad sobre un territorio determinado y la población que hay en él, relacionándose con otros estados en estas condiciones.
Según la Convención sobre los derechos y deberes de los Estados hecha en Montevideo el 26 de diciembre de 1933, para ser Sujeto Internacional el Estado debe contar con una población, un territorio, un gobierno y tener la capacidad necesaria para mantener relaciones con los demás Estados.
De hecho, una de las características de cualquier Estado es su capacidad de externalizar el poder o, lo que es lo mismo, ser reconocido por otros Estados como tal. Esto supone también dotarse de una simbología, unas señas características como la lengua, la bandera, el himno, etc.
El Estado como fuente de poder
Como hemos visto hasta ahora, el Estado es la organización política que se dan el pueblo y la nación para poder actuar en su propio ámbito interno y en el internacional.
Por lo tanto el Estado tiene, para empezar, el monopolio del uso legítimo de la fuerza (Max Weber), el Derecho emana del Estado y su aplicación también se produce por la actuación del mismo a través del poder judicial: Kelsen definió precisamente al Estado como el ámbito de aplicación del Derecho.
Para ello todo Estado se dota de un gobierno que consiste en una estructura burocrática para ejercer el poder, de un conjunto de instituciones estables que tienen competencias definidas.
El Estado de Derecho
Cada época histórica tiene su propia personalidad, las personas que viven en un momento histórico determinado tienen sus propios esquemas mentales, religiosos, morales, políticos y eso produce un sistema de legitimidad del poder público diferente. No podemos juzgar un momento histórico diferente al nuestro con nuestros propios principios y valores.
Actualmente, en el Estado del Siglo XXI, para que puedan existir cosas que nos importan mucho como la Libertad de las personas, la Democracia, la Justicia, es absolutamente imprescindible el Estado de Derecho.
Sin Estado de Derecho no puede existir la Libertad: el poder público puede cambiar las leyes, lo que no puede hacer es no cumplirlas.
Por supuesto, el Estado de Derecho no es suficiente para que exista Libertad y Democracia, un régimen dictatorial puede serlo (por ejemplo, los últimos veinte años del Franquismo lo fueron), pero aunque no sea suficiente si es absolutamente imprescindible, la Democracia sólo puede existir si hay Estado de Derecho.
Que las personas que ejercen la autoridad del Estado estén sujetas a las normas jurídicas y no puedan decidir arbitrariamente es esencial y que el sistema representativo parlamentario se encauce según las normas establecidas para él también.
Lo mismo sucede en el ejercicio del poder judicial: un juez tiene que cumplir la Ley, la única manera de que exista justicia es que los jueces apliquen leyes conocidas y aprobadas. No habría nada más peligroso que un juez justiciero que decida lo que es justo según su criterio personal.
El Estado Social
A partir del final de la Segunda Guerra Mundial se ha implementado en las Democracias Occidentales el estado del bienestar.
Como respuesta al clásico Estado Liberal, hoy en día el Estado cumple una función de garantizar los derechos y libertades básicas de sus ciudadanos, ejerciendo un papel de contrapeso al sistema capitalista vigente para que todos tengan acceso a prestaciones básicas que se consideran sus Derechos Fundamentales como el acceso a la Educación, Sanidad, Asistencia Social y demás elementos que se consideran básicos para una existencia digna como tales ciudadanos.
El Estado como gestor de la economía
En último lugar la autoridad pública del Estado también tiene a su cargo la política económica, vivimos en un sistema capitalista y de iniciativa privada pero en el que la autoridad económica del Estado supervisa y, llegado el momento, puede impulsar u orientar la actividad económica; esto sucede a partir de los postulados de Keynes, a principios del Siglo XX, ya que antes el viejo Estado Liberal se consideraba únicamente un sistema de policía que no intervenía. Hoy en día no es así, el Estado y los bancos centrales que de él dependen regulan la actividad económica, fijando tipos de interés, supervisando las entidades financieras y, llegado el momento, interviniendo en esta actividad económica con inversiones públicas, por ejemplo.
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