Efecto Mandela
El efecto Mandela es un curioso fenómeno por el cual los recuerdos colectivos se construyen con base en la falacia de un hecho que no ocurrió realmente como todos creen recordar, o un acontecimiento que, simplemente, jamás sucedió. Vamos a desgranar cómo surgió este concepto, qué circunstancias pueden desencadenar estos errores de percepción, y a citar algunos casos célebres que lo ejemplifican.
¿Qué es el efecto Mandela?
El término quedó oficialmente acuñado por Fiona Broome, una bloguera pseudocientífica que, en 2010, compartió públicamente una reflexión acerca del supuesto fallecimiento de Nelson Mandela en una prisión casi treinta años antes (1980), y que incluso tal acontecimiento fue retransmitido por la televisión.
La realidad, como ya se encargó la historia de demostrar, fue que Mandela no solo no murió en la cárcel, sino que fue puesto en libertad en 1990 y, posteriormente, llegó a ocupar la presidencia de Sudáfrica; Mandela falleció en el año 2013, a la edad de 94 años.
Sin embargo, y pese a la evidencia de unos hechos fácilmente contrastables y no sujetos a interpretaciones, la opinión colectiva asumió como cierto un acontecimiento falso durante un largo periodo de tiempo: esta es, precisamente, la definición del efecto Mandela.
¿Por qué sucede el efecto Mandela?
En su sano juicio, se da por sentado que nadie asume una falacia (premisa errónea) si sabe, a ciencia cierta, que no se trata de una afirmación verdadera; sin embargo, existen factores que pueden llevar a las personas a otorgar veracidad a algo que no lo es.
Desinformación
Cuando una persona carece de recuerdos profundos sobre algún acontecimiento, su visión sobre el hecho podría condicionarse a la información que reciba por parte de otros: si tal información no es cierta, la persona fijará en su memoria un hecho falso sin saberlo.
Criptomnesia
Este fenómeno consiste en que la mente mezcla imaginaciones y recuerdos, de tal forma que se asumen como recuerdos verdaderos acontecimientos que solo se han imaginado y que nunca han ocurrido; posteriormente, esta persona puede difundir una información basada en sus imaginaciones como si de un recuerdo real se tratase.
Análogamente, puede suceder que la mente de una persona, ante hechos no percibidos en su totalidad, tienda a rellenar pequeños huecos de desinformación, que contribuyan a alterar la realidad: en este caso, la imaginación responde a cierto "engaño de los sentidos" frente a un hecho.
Sesgo de confirmación
La mente de las personas tiende a recordar mejor aquellas informaciones que confirmen sus hipótesis o teorías: de alguna forma, el individuo que reciba datos que concuerden con sus ideas tenderá a asumirlos como ciertos, aunque no lo sean. En esta premisa se basa todo el reciente aluvión de fake news (noticias falsas).
Disonancia cognitiva
Se trata de otro engaño de la mente humana, la cual no está predispuesta a asumir como cierto ningún dato, por fehaciente que sea, que ponga en evidencia alguna afirmación asumida como cierta: de alguna forma, se crea cierta “resistencia a la verdad”, al chocar dichas informaciones con asunciones muy enraizadas en la mente de la persona.
Teoría de los universos paralelos
Alejándonos de la psicología humana y mencionando algo más propio de la pseudociencia y el sensacionalismo, cabe destacar que muchas personas opinan que tal confusión entre imaginación y realidad se debe a la existencia de universos paralelos en los que podemos estar presentes los seres humanos: según esta teoría, nuestra mente podría volcar los recuerdos de una existencia paralela en otra, de modo que la imaginación no sería la culpable de la falacia.
Ejemplos del efecto Mandela
El hombre de la plaza de Tiananmen
Todos recordamos aquella icónica fotografía de las protestas que tuvieron lugar en la China de 1989, en la que un civil se plantó delante de un tanque del ejército: el recuerdo más extendido fue que el tanque se detuvo y el manifestante se retiró poco después, pero varios espectadores presenciales afirman que lo que pasó de verdad fue que el tanque arrolló al manifestante.
El coche de la comitiva de JFK
Sin entrar en las teorías conspiradoras sobre el asesinato de John Fitzgerald Kennedy, lo cierto es que se generó una falacia en torno a cuántas personas iban en el coche cuando dispararon al presidente: todo el mundo recordaba que había cuatro personas en el coche, pero realmente iban seis. Las imágenes de televisión de la época contribuyeron a crear esta confusión.
Ricky Martin, la mermelada y Sorpresa, Sorpresa
Fue una de las leyendas urbanas más sonadas de la década de los noventa de la que, obviamente, no existe evidencia alguna: el famoso programa televisivo había organizado una sorpresa para una adolescente con la presencia del cantante puertorriqueño, y todo lo que supuestamente se desencadenó después con un perro y un bote de mermelada vino por una llamada anónima a un programa radiofónico la mañana siguiente.
Estos son solo algunos ejemplos de bulos que se han ido extendiendo con el tiempo (con mayor o menor intencionalidad), y que vienen a demostrar cómo el efecto Mandela puede condicionar la forma en la que un colectivo recuerda o altera la naturaleza de un acontecimiento.
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