Demanda inelástica
Vamos a tratar uno de los conceptos importantes de la microeconomía como es el concepto de demanda inelástica, término acuñado en el S.XIX por el economista francés Auguste Cournot, el cual apreció que la demanda estaba íntimamente relacionada con el precio, de tal forma que aquella cae cuando sube el precio de cualquier bien, permaneciendo inalterables otras variables y resto de precios. Este concepto se desarrolló y mejoró en 1890 por Alfred Marshall en su libro titulado “Principios de Economía”.
CONCEPTO
Dar una definición lo más concreta y correcta posible de lo que es la demanda inelástica obliga a partir, necesariamente, del concepto de elasticidad de la demanda para, a continuación, concretar los dos tipos de demanda: elástica e inelástica.
En cuanto a la elasticidad de la demanda, esta hace referencia a la variación que experimenta la demanda de determinado bien o servicio ante los cambios en los precios de ese bien o servicio, de tal forma que cuando esa demanda es muy sensible a esos cambios de precios, hablaremos de demanda elástica y cuando ante variaciones en los precios la demanda apenas sufre alteraciones, hablaremos de demanda inelástica.
La demanda inelástica tiene una variante que es la llamada demanda inelástica perfecta que es aquella en la que la demanda no sufre ningún tipo de variación pese a las variaciones en los precios. Caso de demanda inelástica perfecta sería el agua, que por mucho que suba de precio, al ser un bien de primerísima necesidad para el ser humano y carecer de sustituto, se seguirá demandando con independencia del precio que alcance. Otro caso sería también el de la insulina para las personas diabéticas cuya demanda no varía independientemente del precio que pueda llegar a alcanzar.
ELEMENTOS DE LA DEMANDA INELÁSTICA
En primer lugar nos encontramos con la disponibilidad de los llamados productos sustitutos. En este sentido, si el precio de un determinado bien se encarece y no existe en el mercado otro u otros productos que sean similares y puedan sustituirle, es obvio que seguiremos consumiendo ese bien, a pesar de su aumento de precio.
En segundo lugar, la proporción en la que el consumidor dedica sus ingresos al consumo de bienes y servicios, de tal forma que el encarecimiento de esos bienes y servicios, está dentro del rango de precios que consideramos asumibles para destinar al consumo.
En tercer lugar, el tiempo para adaptarse a los cambios. Es natural que los consumidores ante los cambios de los precios necesiten acomodarse. Ese proceso de aclimatación a los nuevos precios, no está exento de que en determinados momentos los consumidores dejen de comprar ese producto en concreto, y busquen otros alternativos más económicos. El ejemplo más claro de ello es el caso de la gasolina: si el precio de la gasolina sube, esto, de momento, no va a hacer que dejemos de repostar, pero puede ocurrir que a medida que pase el tiempo vayamos buscando otras alternativas, como por ejemplo, usar el transporte público. En este supuesto se pasaría de un producto con demanda inelástica que a largo plazo deviene en elástica. También puede ocurrir que haya un proceso no de aclimatación a los nuevos precios sino que directamente, los consumidores se habitúan a ellos, y que, por tanto, decidan abonar ese precio y seguir consumiendo el mismo bien.
Respecto a lo anterior, indicar que existe una regla general según la cual, cuando la adquisición de un determinado producto exige invertir en el gran parte del presupuesto y, o además, tiene muchos bienes sustitutos, posiblemente haya una alta probabilidad de que su demanda sea elástica, lo que obligará a bajar los precios de ese bien o servicio para poder incrementar los ingresos; sin embargo, si el costo del bien o servicio en cuestión no incide de forma importante en los ingresos del consumidor y, o además, no cuenta con muchos bienes sustitutos, es muy posible que se trate de un bien con demanda inelástica, por lo que queda el camino despejado para aumentar los precios del bien e incrementar los ingresos.
Esto, que aparentemente puede parecer evidente, no impide que haya situaciones en las que sea necesario hacer un análisis más profundo para determinar exactamente el tipo de demanda que corresponde en cada caso para adoptar las decisiones económicas correctas, por ejemplo, los casos de bienes y servicios que cuestan mucho dinero pero no tienen apenas muchos sustitutos, o bienes de poco valor pero con muchos productos que pueden sustituirles.
ALGUNOS CASOS DE PRODUCTOS Y SERVICIOS CON DEMANDA INELÁSTICA
El tabaco al ser un producto adictivo para las personas fumadoras, están dispuestas a pagar un precio más alto.
El chocolate o la sal también son productos típicamente de demanda inelástica debido a que no tienen bienes sustitutos.
Los tratamientos médicos son también servicios con demanda inelástica ya que son necesarios para curar enfermedades, en algunos casos, graves, que ponen en juego incluso la supervivencia personal.
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