Costes directos
Con el término costes directos nos referimos a los gastos y demás costes en que incurre la empresa para la fabricación de cada unidad de un determinado producto.
Los costes directos se refieren, pues, a un producto concreto y determinan su coste de producción lo que es muy útil para conocer la rentabilidad del producto y ayudar a determinar su precio y conocer su umbral de rentabilidad.
Lo que caracteriza a un coste directo en la producción de un producto o servicio es que se puede individualizar con exactitud dicho coste para la producción de ese bien o servicio concreto, con lo que se puede determinar cuánto dinero ha costado producirlo.
Por contra, existen los costes indirectos que serán los que no tienen ninguna vinculación directa con una actividad productiva concreta como los gastos de administración y dirección de empresa o el alquiler de la nave industrial. En este tipo de costes no nos es posible individualizar su parte en la producción de una unidad de producto aunque, indudablemente, también son necesarios para dicha producción.
En la producción de un bien son ejemplos de coste directo:
- Los gastos para el diseño del producto que deberán repartirse entre los productos fabricados.
- La materia prima necesaria para confeccionarlo.
- El tiempo de la maquinaria o instalación que se utiliza en su fábrica; dicho tiempo se puede calcular según los costes de amortización de dicho equipo.
- El tiempo de trabajo de los operarios que lo han fabricado.
- Otros productos, máquinas o tiempo de trabajo necesario para su acabado como el barnizado, pintura, colocación de accesorios, etc.
- Los gastos de embalaje, almacenamiento y transporte y cualquiera otro necesario para su fabricación y puesta a la venta.
- Los gastos de publicidad o promoción del producto.
En cuanto a la producción de servicios la determinación de los costes directos no es tan sencilla: depende en cada caso de qué tipo de servicio de produce y cómo se llega a prestar.
Podemos hablar de costes directos en producción de servicios teniendo en cuenta la pericia o conocimientos del profesional que los presta y que invierte su tiempo, la utilización de las herramientas que necesite para ello (por ejemplo, un dentista necesita su silla y todo su instrumental), el mantenimiento de una oficina, equipos y programas informáticos, tiempo de personal auxiliar, gastos de oficina, etc. y, por supuesto, también los gastos de publicidad y promoción del producto.
En ambos casos, los costes directos para la producción de un bien o servicio se dividen en dos tipos:
- Costes fijos: son los que vamos a tener con independencia de las unidades de producto que fabriquemos; por ejemplo, las instalaciones que necesitamos para fabricarlo, su mantenimiento, el mantenimiento de la imagen de marca, etc.
- Costes variables: son los que se producen individualmente en la fabricación de cada unidad de producto: por ejemplo su materia prima.
Métodos de cálculo: los escandallos.
Para conocer y calcular el coste de producción de un producto se utiliza una herramienta llamada escandallo: se elabora en una hoja de cálculo (de Excel) donde, paso a paso y proceso a proceso, se describen todos los pasos necesarios para la producción del producto y, en cada uno de ellos, los recursos que se han utilizado y el precio.
Así, para fabricar una silla deberemos tener en cuenta:
- La materia prima (madera).
- El corte de sus componentes, que lo hará una máquina manejada, normalmente, por un operario.
- Su ensamblaje, que también lo hará normalmente un robot manejado por un operario.
- Su pintado y/o barnizado.
- La colocación de accesorios como su asiento.
- Los costes de transporte y almacén.
En cada uno de estos capítulos, y en celdas separadas, calcularemos el precio bruto del recurso utilizado, la cantidad del mismo y, por último, su precio final.
Con ello conseguimos saber cuánto nos ha costado la fábrica de cada una de las sillas.
El precio de venta y el umbral de rentabilidad
También llamado punto de equilibrio o punto muerto, el umbral de rentabilidad es la cantidad de unidades que tenemos que vender de un producto para que su fábrica nos salga rentable.
Una vez que hemos alcanzado la cifra de ventas para llegar a este punto los productos que vendamos a partir de ahí producen beneficios.
Para calcular este umbral de rentabilidad debemos tener en cuenta los costes directos de su fabricación (tanto fijos como variables) y, por otro lado, su precio de venta.
Como hemos dicho al principio, el precio de venta se determina a partir de los costes de producción de la unidad que vamos a vender, pero no solamente con ellos: existen otros condicionantes como la situación del mercado, la oferta y demanda de ese producto o los márgenes comerciales de su distribución que pueden variar este precio de venta, incluso es posible encontrar el mismo producto a precios diferentes en diferentes vías de distribución.
Pero necesitamos matizar todo lo que acabamos de decir: alcanzado el umbral de rentabilidad los productos empiezan a producir beneficios (cada unidad vendida) pero también siguen aumentando los gastos ya que los costes variables van a aumentar con cada unidad de producto que salga de nuestra fábrica.
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