Corporativismo
El corporativismo es una doctrina política, social y económica que pretende resolver los conflictos de intereses a través de estructuras organizativas en las que se agrupan trabajadores y empresas, y en las que también puede participar el estado.
El corporativismo es una forma de superar el conflicto y la negociación individual mediante estas organizaciones que representan a todas las partes. Las corporaciones pueden firmar acuerdos sociales que obligarían a todos los individuos que formen parte de un mismo sector. Estos acuerdos pueden obligar a las empresas que pertenecen a una misma rama de actividad y también a estas con sus trabajadores.
Origen histórico del corporativismo
El corporativismo hunde sus raíces históricas en el fin del Antiguo Régimen y la desaparición de los antiguos gremios de la época medieval. Con el liberalismo en auge, los sectores económicos ven la necesidad de organizarse de algún modo para defender sus intereses ante el vacío regulatorio.
El corporativismo moderno empieza en la Europa de finales del siglo XIX y principios del XX. Alcanzaría su esplendor en la Italia fascista de los años 20 y 30 del pasado siglo. En Italia se fundó un ministerio de las corporaciones en 1929 y el Consejo Nacional de las Corporaciones en 1930.
Perspectiva actual del corporativismo
En la actualidad, el corporativismo se puede analizar desde una triple perspectiva:
Corporativismo como negociación entre los agentes sociales
En la actualidad esta sería una de las acepciones del corporativismo. El corporativismo se fundamenta en el pacto entre los distintos agentes sociales. Por un lado estarían las asociaciones de empresarios o patronales, las cuales se organizan según los sectores económicos a los que representan (turismo, agricultura, diferentes ramas de la industria, etc.).
Junto a estas nos encontramos con la contraparte representada por los modernos sindicatos de clase o sindicatos sectoriales, los cuales defienden los intereses de los trabajadores en la negociación colectiva.
Y como tercer elemento de este corporativismo moderno, estaría el estado, que ejerce de moderador y árbitro de la negociación de los anteriores, pero sin llevar el protagonismo. Las constituciones modernas occidentales dan prioridad a la negociación colectiva como fuente del derecho, atribuyendo la capacidad de regular aspectos esenciales de las relaciones laborales como son los convenios colectivos y otros acuerdos y normas de carácter sociolaboral que afectan directamente al sector económico que representan esas asociaciones empresariales y sindicatos.
Dentro de esa visión del corporativismo, también nos encontraríamos el lobismo, más propio del mundo anglosajón. Los sectores económicos y las grandes empresas, también los sindicatos de trabajadores, tienen capacidad para hacer valer sus intereses ante los legisladores, principalmente en aquellos asuntos que son de su interés.
En otros países, esta capacidad de presión e influencia se manifiesta a través de los consejos económicos y sociales, en los que el gobierno tiene en cuenta las opiniones e intereses de las empresas y trabajadores a la hora de promover leyes que les puedan afectar.
Corporativismo como método de intervención del estado
El corporativismo también se plantea en algunos países como un método que tiene el Estado para intervenir en la economía. Se busca la alianza entre el gobierno y los agentes sociales (patronales y sindicatos) para regular la economía. En ocasiones, este corporativismo es asimétrico, porque se da una mayor preponderancia a las asociaciones empresariales que a las de trabajadores, o porque el estado se reserva una amplia capacidad de maniobra para regular y controlar determinados sectores económicos, principalmente, aquellos que considera estratégicos.
En algunos países como en la Argentina de Perón, se ha producido un gran desarrollo de este tipo de corporativismo tutelado por el estado. El gobierno buscaba la alianza con los sindicatos importantes para ganarse su apoyo político. De esta forma, se persigue una suerte de legitimidad basada en la adhesión de los sindicatos, que, en cierto modo, también empezaban a verse como parte del estado.
En el caso de España, durante el régimen franquista, se crearon estructuras verticales (los sindicatos verticales) en el que se aglutinan en una misma organización las empresas y los trabajadores, pretendiendo de esta forma anular cualquier posible conflictividad laboral.
El corporativismo como instrumento de defensa sectorial
En esta acepción del corporativismo, la esencia no es la negociación colectiva ni la intervención del estado, sino que el corporativismo sería la expresión de la defensa a ultranza de los intereses de un determinado grupo económico o de una determinada profesión. Las agrupaciones empresariales hacen valer sus intereses frente a otras asociaciones empresariales o frente al estado.
Estas mismas agrupaciones profesionales o sectoriales pueden ser también las protagonistas de la negociación colectiva, pero en esta visión del corporativismo el principal objetivo es la mera preservación de los intereses del colectivo. Para ello, pueden llevar a cabo medidas de presión frente al gobierno o defenderse a nivel legal frente a cualquier actuación de la administración que ellos consideran que pueden conculcar sus intereses.
Este corporativismo, llevado al extremo, sería la acepción moderna de corporativismo como sinónimo de defensa extrema del grupo frente a cualquier crítica o ataque que se considera como ataque al grupo completo.
El corporativismo es una forma de organización para la defensa de intereses de un determinado sector económico. Dependiendo de los países y de su régimen político y económico, tendrá unas cualidades u otras.
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