Capitalismo de estado
Hablamos de capitalismo de Estado para referirnos al fenómeno que se produce cuando, en un sistema económico con funcionamiento capitalista, el Estado opera como un agente económico a través de empresas que le pertenecen o que gestiona de manera directa o indirecta; esta intervención del Estado puede ser en determinados sectores de la economía o abarcar toda la realidad económica.
Puede funcionar, o no, a través de monopolios estatales. En todo caso supone una intervención de un agente económico que no está en igualdad de condiciones con los demás (si los hay) por lo que afectará de manera muy negativa a la libre competencia.
Este fenómeno se ha producido de manera frecuente a lo largo de la Historia; ya en la Edad Moderna con el mercantilismo el Estado tenía un papel importantísimo en la realidad económica. Sin embargo en este artículo vamos a centrarnos en la época más actual en la que existe un verdadero sistema capitalista.
Algo que podría confundirse, porque tiene puntos en común, con este capitalismo de estado es el Keynesianismo, que propugna la intervención del Estado para impulsar la economía a través del gasto público y la generación de déficit público.
La economía de guerra alemana 1914/1918
Desde algunos meses antes de comenzar la Primera Guerra Mundial, debido a la amenaza de bloqueo económico, el Estado Alemán interviene la economía llegando a tener un gran control en ella (Plan Rathenau).
El Estado controla, de manera centralizada y rígida, la compra de materias primas, la distribución de alimentos y la utilización de la mano de obra.
En los últimos dos años de la guerra, a partir de 1917, se produjo en Alemania una gran escasez de alimentos: el hambre llegó a producir la muerte de más personas que la guerra; el gobierno intentó solventar esto reclamando a Rusia sus cosechas de Ucrania, una vez firmado el armisticio con la URSS.
En la Unión Soviética
La Revolución de Octubre de 1917 supuso una primera oportunidad de llevar a la práctica las ideas marxistas.
A partir de la revolución se sucedieron diferentes etapas (comunismo de guerra, Nueva Política Económica, Estalinismo, reforma de Kruchev) a lo largo de los algo más de setenta años en los que existió la Unión Soviética, el denominador común de todas estas etapas es que el Estado es el propietario y el gestor de los medios de producción
Dicho de manera muy simple, la revolución marxista pretende alcanzar el paraíso socialista para lo cual es necesario pasar por una etapa de transición desde el sistema capitalista burgués, lo que nos lleva a la dictadura del proletariado para la que el Estado asume el control de todo (también de la vida económica del país) y se convierte en el único empresario.
El problema con el que se encontraron los revolucionarios comunistas de 1917 fue que la revolución diseñada por Marx y Engels parte de un mundo capitalista burgués y Rusia no era un estado moderno, tenía una estructura económica medieval, una economía preponderantemente agrícola y un tejido industrial muy pequeño. Esto era un enorme obstáculo para la revolución.
Por otro lado, la Primera Gran Guerra y las revoluciones y guerras civiles habían destrozado la economía rusa que necesitaba urgentemente generar riqueza.
Por ello Lenin implementó, en los años 20 la llamada Nueva Política Económica (Nóvaya Ekonomícheskaya Polítika) en la que se permitía la existencia de pequeñas empresas (agrícolas, comerciales, artesanales) mientras que el Estado seguía con el control de las grandes empresas, de los bancos y del comercio internacional; con ello se perseguía, por un lado, un cierto desarrollo económico y, por otro, la creación (hasta cierto punto) de un tejido capitalista burgués que diera base a la revolución comunista.
Terminó a finales de los años 20 dando paso al Estalinismo en el que se forzó la colectivización agraria, el Estado volvió a asumir toda la gestión y propiedad de las empresas creándose los planes quinquenales para promover el desarrollo de la economía dirigida.
La experiencia, tanto en la propia URSS como en sus países satélites del socialismo real ha demostrado que este tipo de políticas son, llevadas a la práctica, un desastre económico insostenible.
Capitalismo de Estado de derechas
La derecha tradicional también es proclive al control por el Estado de parte (o de gran parte) del tejido productivo de un país (a pesar de que digan que están cerca de las posiciones del liberalismo, lo que no es cierto).
En la España Franquista encontramos un clarísimo ejemplo de esto: en una primera etapa (de 1939 a 1953) los destrozos que había producido la guerra y el bloqueo internacional al Régimen, llevaron a España a una política de autarquía económica: ante la imposibilidad de importar bienes los españoles debían subsistir con lo que se producía en la propia España (como hemos dicho destrozada económicamente), lo que llevó a una época de miseria, hambre, cartillas de racionamiento y mercado negro (estraperlo).
A partir de mediada la década de los 50 esto cambió (habían cambiado las circunstancias y ya no había un bloqueo internacional), el Estado comenzó a perseguir la producción y crecimiento económico a través de los planes de desarrollo y de la creación del Instituto Nacional de Industria que fue un conglomerado de empresas pertenecientes al Estado, además de los monopolios estatales como la tabacalera o la gasolina (CAMSA).
Por otro lado el Estado Franquista fue quién creó estructuras estatales que aún existen hoy en día como la Seguridad Social, tanto en su vertiente sanitaria como para las prestaciones económicas a los trabajadores, y todo el sistema de protección laboral a los trabajadores.
Existe también, hoy en día, una corriente en países no desarrollados, especialmente en Iberoamérica, que propugna que el Estado asuma el control de sectores económicos clave para crear tejido industrial y no depender de las materias primas exclusivamente sino convertirlas en el propio país en productos terminados.
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