Balanza comercial
La balanza comercial es un indicador económico que se obtiene de los datos sobre exportación e importación de bienes de consumo o, lo que es lo mismo, de pagos al exterior del país y cobros desde dicho exterior.
En este indicador no se incluyen los servicios prestados hacia o desde el exterior del país ni, tampoco, los movimientos de capitales en dicho ámbito.
La balanza comercial forma parte de la balanza por cuenta corriente, junto con la balanza de servicios, balanza de rentas y balanza de transferencias que indican el resultado económico de los negocios con el exterior de un país en todos sus ámbitos y efectuados por residentes y no residentes.
Saldo de la balanza comercial
Es el resultado que da la diferencia entre importaciones y exportaciones o, lo que es lo mismo, entre lo que el país compra en el exterior y lo que vende, hablando siempre de mercancías de consumo.
Según este resultado sea positivo o negativo hablamos de:
- Superávit comercial cuando el resultado es positivo y, por tanto, lo que se vende a otros países supera lo que se compra. Este es el mejor resultado desde el punto de vista del país ya que obtiene recursos del exterior.
- Déficit comercial cuando es negativo, las importaciones superan a las exportaciones. Esta situación de déficit comercial es un problema para el país afectado ya que debe compensar esa pérdida de recursos económicos (ese déficit) y se verá obligado a hacerlo a través de emisión de deuda pública o privada si necesita seguir comprando fuera. Si se mantiene durante el tiempo, va a provocar un aumento del valor de las divisas y una debilidad de la moneda propia, es decir, inflación ya que supondrá un aumento de los tipos de cambio. Consecuencia de todo ello va a ser un crecimiento de la deuda pública y empobrecimiento de la población, ya que la inflación no deja de ser una retirada de recursos del bolsillo del ciudadano (que tiene las mismas unidades monetarias pero que valen menos dinero en realidad). Además llevará aparejado un incremento de los precios y una importante merma en el poder adquisitivo de la población.
- Comercio equilibrado si ambas cantidades son iguales y, por lo tanto, su diferencia es cero.
Como vemos, el tener superávit o, al menos, equilibrio en la balanza comercial es algo importante para mantener en buenas condiciones la economía del país y de sus ciudadanos.
Pero, como hemos dicho, la balanza comercial sólo se centra en la importación o exportación de bienes de consumo.
Es posible compensar un eventual resultado deficitario de dicha balanza comercial con resultados positivos de otros sectores, diferentes de la compraventa de mercancías, que también operan en el exterior, como pueden ser la venta de servicios de todo tipo u otros medios de obtener divisas procedentes del extranjero.
Como ejemplo de esto, en la España del Siglo XX la balanza negativa era endémica, nunca llegó a equilibrarse ni mucho menos a alcanzar magnitudes positivas. Durante el último periodo de la Dictadura Franquista esto se palió, no totalmente pero sí en una parte importante, con los ingresos que provenían del turismo. No era suficiente y, de hecho, la inflación también fue endémica durante todo el periodo, pero si no hubiera existido el turismo es inimaginable lo que hubiera acabado sucediendo.
Afortunadamente en la actualidad España goza de una balanza positiva.
Análisis de la balanza comercial
Por ello es importante conocer los factores que influyen en la balanza comercial. Podemos considerar factores importantes los siguientes:
- Los hábitos de consumo de la población que, por causas de su educación u otras, pueda preferir comprar productos extranjeros en lugar de nacionales.
- Las políticas de las autoridades políticas y económicas sobre el asunto.
- El precio a pagar por los productos importados.
- La renta disponible de los consumidores, tanto en el país como en el extranjero.
- Otros factores como los costes de transporte y distribución.
Las autoridades políticas y económicas deben, por ello, implicarse en emitir normativa y realizar actuaciones encaminadas al equilibrio o influencia positiva de la balanza comercial, lo que se puede conseguir apoyando a los sectores comerciales y productivos que puedan fomentar las exportaciones y practicando una política de tasas aduaneras que encarezcan los productos importados para disuadir a los consumidores de comprarlos e inducirles a comprar producto nacional.
Sin embargo, el comercio exterior de España está sujeto, en la actualidad, a la normativa y políticas de la Unión Europea.
Para empezar, la libre circulación de mercancías de la UE supone la imposibilidad de limitar o encarecer las importaciones provenientes de otros países europeos e, incluso, las políticas de fomento del producto nacional también están limitadas por la normativa europea de defensa de la competencia.
Pero esta normativa europea y las políticas de la UE están encaminadas para el beneficio de sus países miembros y no deben ser tomadas, directamente, como algo negativo. Del mismo modo que no podemos influir en el comercio intraeuropeo para nuestro beneficio tampoco los demás países de Europa pueden limitar nuestras ventas en dicho territorio y, además, frente a terceros países la fuerza para negociar y mantener posiciones es mucho mayor en el contexto de la UE.
La UE es el primer exportador del mundo y, además, el primer vendedor de importaciones en más de cien países.
Crea relaciones con terceros países a través de los acuerdos de libre comercio que son beneficiosos para ambas partes.
Contribuye al desarrollo de los países más pobres a través de la cooperación.
Por último, la normativa europea sirve para prevenir cosas como la explotación, el trabajo esclavo o infantil, la falta de derechos de los trabajadores y, por último, garantiza la trazabilidad de los productos que en ella se producen.
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