Anarquismo
El concepto de anarquismo es definido por la RAE como la doctrina de supresión de todos los poderes que constriñen la libertad individual, enfocándose especialmente en el poder del Estado: en realidad, se puede decir que el anarquismo persigue que se eliminen todos aquellos poderes que, de una u otra forma, opriman a las personas y les impidan decidir sobre su propia organización.
El anarquismo en la historia
El anarquismo evolucionó desde una forma de simple concepto filosófico, hasta convertirse en un movimiento de índole política que ha arrastrado a pensadores, escritores y dirigentes a lo largo de los siglos.
La Ilustración y la Revolución Francesa
El movimiento de la Ilustración se extendía por la Europa de finales del siglo XVIII gracias a la intervención de algunos pensadores y filósofos como Jean-Jacques Rousseau: esta corriente de pensamiento confiaba en la naturaleza racional del ser humano como vehículo de su progreso moral e intelectual.
Las diferencias sociales entre los ricos y los pobres de la época eran enormes: entre las clases nobles, aristócratas o feudales, y las clases populares, obreras y trabajadoras, se abría un abismo en cuanto a riqueza, condiciones de vida y prosperidad. La Revolución de 1789 no fue sino el culmen violento de muchos años de desigualdades entre clases.
El anarquismo moderno
En distintos escenarios de la Europa del siglo XIX se fraguaron las bases del anarquismo moderno. Destaca el papel del pensador francés Pierre-Joseph Proudhon que, en la Francia de 1840, se constituyó como el primer anarquista confeso de la era moderna: Proudhon abogó por un sistema económico en el que los ciudadanos intercambiasen el producto de su propio trabajo sin necesidad de un nivel superior de organización: además de suponer un incordio para Napoleón Bonaparte, inspiró al alemán Karl Marx para perfeccionar su discurso socialista.
El movimiento gozó de relevancia también en España, con Pi y Margall respondiendo a la Restauración Absolutista de 1814, y surgiendo asociaciones de obreros que acabarían uniéndose en 1868 a la AIT (Primera Internacional), considerada la primera asociación anarquista de la historia.
La Revolución Rusa
El anarquismo adquirió su mayor razón de ser en Rusia, donde Mijaíl Bakunin, adscrito también a la Primera Internacional, ya había confeccionado una línea de pensamiento libertario que propugnaba la unión de los pueblos eslavos en una "utopía federalista". Por su parte, el príncipe Piotr Kropotkin concebía una sociedad formada de personas libres que cooperaban desinteresadamente entre sí.
Sin embargo, el estallido de la Revolución Rusa en los albores del siglo XX, que significó la caída del régimen zarista y la institución de la República Socialista Federativa Soviética comandada por Vladimir Lenin, supuso un enorme desengaño para los pensadores anarquistas, que vieron cómo se esfumaba la oportunidad de hacer realidad sus ideas bajo la imposición del nuevo sistema socialista de Lenin.
La vertiente española del anarquismo
Pasados ya varios años desde el activismo de Pi y Margall, esta corriente de pensamiento inundó las organizaciones sindicales españolas culminando, en 1910, con la coalición de todas ellas mediante la creación de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), agrupación que sigue en activo actualmente, y que fue objeto de una dura represión durante la posguerra por parte del régimen franquista.
El anarquismo como teoría política
De estas pinceladas históricas se extrae que el anarquismo, bajo un punto de vista de organización sociopolítica, defiende una sociedad instituida y gestionada por sus propios miembros, sin la existencia del Estado, sin regímenes jurídicos, sin poderes fácticos, sin desigualdades sociales, y sin leyes que opriman a las personas.
En particular, los anarquistas señalaron al sistema capitalista como culpable de la brecha social y económica entre personas de distintos estamentos: en contraposición a la explotación económica capitalista, defendieron el concepto de la propiedad colectiva, de la coexistencia en armonía y de un gobierno autogestionado por unos ciudadanos cívicos y responsables.
Valores del anarquismo
Libertad
El anarquismo promulga las libertades colectivas e individuales como punto clave para que las personas desarrollen un pensamiento crítico, y puedan explotar todas sus capacidades individuales.
Igualdad
También se ensalza el concepto de que todos los individuos tienen el mismo valor como elementos de la sociedad, independientemente de su raza o género, y así ha de reflejarse en la gestión económica y política.
Solidaridad
Es fundamental que exista un apoyo mutuo y desinteresado entre las personas que componen la sociedad: se fomenta un espíritu comunitario y colaborativo.
Cabe destacar que esta corriente de pensamiento está cargada de tintes utópicos y que, a pesar de defender una gran fe en los valores y el raciocinio humano, su instauración como modelo político nunca ha sido viable: los sofocos a los que ha sido sometida por los sucesivos regímenes a lo largo de la historia, junto con las premisas excesivamente ideales que requiere para su implantación, la han ido relegando progresivamente al olvido.
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