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Qué es un préstamo personal y qué cuota te interesa según tu sueldo

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27 de enero de 2020

A lo largo de la vida podemos encontrarnos en situaciones en las que necesitemos cierta liquidez de la que no disponemos. Si bien es cierto que para adquirir cualquier objeto o producto lo más recomendable es esperar a tener el dinero necesario en efectivo, hay ocasiones es la que la necesidad es inmediata. Por ejemplo, si nos contratan por primera vez fuera de nuestro lugar de residencia y no tenemos un coche para desplazarnos a diario al centro de trabajo, necesitaremos comprar un coche, pero aún no habremos ahorrado el dinero suficiente. Ante tales situaciones, la solución pasa por pedir un préstamo personal a una entidad bancaria.

Si te encuentras ante una situación similar, pero no tienes claro qué es un préstamo personal ni hasta qué punto es recomendable endeudarte, sigue leyendo.

¿Qué es un préstamo personal?

Cuando hablamos de préstamo personal, nos referimos a un contrato por el que una entidad financiera, normalmente un banco, aunque no necesariamente, entrega una determinada cantidad de dinero a una persona, ya sea física o jurídica, la cual se obliga a devolverla íntegramente en un plazo determinado junto con unos intereses pactados previamente.

Podemos encontrarnos distintos tipos de préstamos personales ofrecidos por las entidades financieras, pero, aunque puedan tener pequeñas características que los diferencien y se comercialicen bajo nombres distintos, en esencia son lo mismo.

¿Cómo elegir entre los distintos préstamos personales?

A la hora de contratar uno u otro préstamo, es importante realizar un pequeño estudio comparativo y decantarnos por aquel que nos ofrezca las mejores condiciones.

Para llevar a cabo esta valoración, debemos atender a los siguientes indicadores: tipo de interés, plazo de amortización o de término del préstamo, importe de la cuota mensual, comisiones de apertura y cancelación, así como otros gastos que se exijan o condiciones que imponga la entidad, como pudiese ser la contratación de algún producto asociado, como, por ejemplo, la apertura de una cuenta en su banco. En este caso concreto, habría que estudiar las condiciones del producto asociado, ya que de esta manera podríamos ver aumentada la inversión de manera encubierta, sin darnos cuenta. Por ejemplo, si abrimos una cuenta con un coste de mantenimiento que, sumado a las comisiones de apertura y cancelación, supere a las condiciones ofrecidas por otras entidades que no exigían contratar un producto asociado.

A pesar de que llevar a cabo una comparación meticulosa puede resultar tedioso, es importante dedicarle tiempo a este paso, ya que podemos ahorrarnos grandes cantidades de dinero a largo plazo.

¿En qué se diferencia un préstamo personal de una hipoteca?

Tanto un crédito personal como una hipoteca son préstamos. La diferencia principal entre ambos tipos de préstamos reside en la garantía de pago que ofrecemos a la entidad bancaria a cambio de adelantarnos el dinero.

En el caso de la hipoteca estamos ofreciendo como garantía real el inmueble que adquirimos, es decir, el propio inmueble hipotecado, el cual pasará a ser propiedad del banco en caso de impago.

En el caso de los préstamos personales, no existe esa garantía hipotecaria, pero esto no significa que no respondamos por el impago del crédito, sino que responderemos con todos nuestros bienes, presentes y futuros. De ahí, el nombre de préstamo personal, ya que contiene una garantía personal. Esta garantía personal proviene del artículo 1911 del Código Civil, y se refiere al cumplimiento de cualquier obligación, estableciendo que el deudor responderá con todos sus bienes, hasta el cumplimiento de la obligación. Es decir, que si no tenemos bienes en el momento del incumplimiento, los bienes que tengamos en el futuro quedarán afectos al cumplimiento de esta obligación, hasta que satisfagamos la totalidad de la deuda, incluyendo intereses.

Precisamente por carecer este tipo de créditos personales de una garantía real (como es la hipoteca), suelen tener intereses más altos y concederse por períodos más breves. Asimismo, a través de préstamos personales se conceden cantidades mucho menores de dinero.

¿Qué cuota me conviene?

Según cuál sea nuestro poder adquisitivo, así deberá ser la cuota máxima que debemos pagar. Es decir, en función de los ingresos que tengamos, nuestras necesidades y las deudas anteriores que tengamos pendientes de pago, fijaremos la cuota máxima a la que podemos hacer frente sin poner en riesgo nuestra economía.

La cifra recomendada por los expertos es del 20% de nuestro sueldo. Pero este porcentaje no se refiere al pago de un préstamo personal, sino a la totalidad de las deudas que afrontemos. Esta cantidad aumenta hasta el 35% si tenemos una hipoteca.

En todo caso, esta cifra es orientativa, por lo que se puede flexibilizar. En este sentido, hemos de tener en cuenta que aquellos que no tengan que asumir una hipoteca ni tampoco un alquiler, podrán dedicar un porcentaje mayor de su sueldo a un préstamo personal. Del mismo modo, si nuestras circunstancias personales implican un mayor número de gastos (tenemos muchas personas sin ingresos a nuestro cargo, asumimos algún gasto extra, como grandes gastos médicos o los estudios de nuestros hijos…), esta cifra será inferior.

Una vez que hemos visto las características de los préstamos personales, lo más importante es basarse en el sentido común. En primer lugar, valorar siempre la importancia y la verdadera necesidad del crédito que vamos a pedir. Y, en segundo lugar, tener en cuenta siempre si la cifra es razonable en atención a nuestros ingresos y nuestras circunstancias.