El espíritu emprendedor
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Se habla mucho de la necesidad de que desde los Poderes Públicos se adopten medidas para fomentar el espíritu emprendedor, porque los expertos coinciden a la hora de señalar que autónomos y pymes van a tener un papel trascendental en la recuperación económica que está por llegar.
Pero ¿se puede fomentar verdaderamente este espíritu? ¿Un emprendedor nace o se hace? Vamos a verlo con más detalle.
¿Qué es el espíritu emprendedor?
El emprendedor es aquella persona que es capaz de detectar oportunidades de negocio y de poner en marcha un proyecto orientado a satisfacer esa demanda de la que ha sido consciente cuando otros no lo han hecho.
Afrontar el proceso de estudiar el mercado, diseñar un plan de negocio para examinar la viabilidad de la idea, y ponerlo todo en marcha para ofrecer un producto o servicio, no es nada fácil. De ahí que sea necesario que los emprendedores cuenten con una característica especial que los haga diferenciarse de los demás. Porque hay muchas personas que pueden llegar a encontrar una buena oportunidad en el mercado y, sin embargo, no dan el paso de montar su propio negocio.
Esa característica especial es el espíritu emprendedor, que no es otra cosa que la motivación, la tenacidad y la capacidad que tiene una persona para luchar por llevar adelante una idea de negocio.
¿Es algo innato o se puede desarrollar?
Ambas cosas. Hay personas que tienen un espíritu emprendedor innato y desde muy jóvenes han puesto en marcha pequeñas ideas de negocio, aunque fuera vender golosinas en el patio del colegio.
Pero, incluso aquellos que parecen no tener espíritu emprendedor lo pueden llegar a desarrollar. Por ejemplo, con una buena formación que les haga ver que poner en marcha un proyecto empresarial no es algo tan complejo como puede parecer a primera vista.
Está demostrado que la formación tiene una incidencia directa en el desarrollo de nuevos emprendedores. De hecho, desde que se han puesto en marcha planes para desarrollar la cultura emprendedora, ha crecido el número de jóvenes que el día de mañana prefiere estar al frente de su propio negocio antes que ser un asalariado.
Pero no todo es formación, el espíritu emprendedor se desarrolla mejor en un ambiente propicio. Por ejemplo, reduciendo la burocracia y haciendo que la creación de un negocio sea algo rápido y sencillo, al alcance de cualquiera. También ofreciendo ayudas a quienes están dando sus primeros pasos en el mundo empresarial.
La motivación como elemento fundamental
Si hay algo que debe tener un emprendedor es motivación. Puede buscar financiación para desarrollar su idea, talento que le ayude a conseguir los objetivos que se ha marcado, pero la motivación debe provenir siempre de él.
Una persona motivada es capaz de hacer muchas más cosas y sobreponerse a las dificultades. De ahí que la motivación sea una parte fundamental del espíritu emprendedor. Si se pierde la misma, ya no hay ningún aliciente para seguir adelante con el proyecto.
Esto significa que, en una sociedad que quiere promover una cultura del emprendimiento, el trabajar por cuenta propia o tener un negocio propio debe ser visto como algo positivo y tangible.
Hay que conseguir que una proporción todavía mayor de personas con buenas ideas se animen a ponerlas en marcha. Que no sientan que lo que tienen delante es un muro infranqueable, sino que puede ser una aventura digna de ser vivida.
Está claro que no todo el mundo puede ser emprendedor, pero hay muchas personas que podrían ser grandes emprendedoras y no lo son porque el miedo y la falta de formación en cuestiones específicas relacionadas con poner en marcha un negocio acaban con su motivación.
El espíritu emprendedor como herramienta para el éxito
Este espíritu del que estamos hablando no solo tiene gran importancia a la hora de poner en marcha un proyecto, también una vez que el mismo ya está funcionando. Tanto, que es imprescindible que quién está al frente del mismo lo mantenga.
Puede serle de gran ayuda a la hora de alcanzar el éxito, porque le empujará a seguir innovando y buscando nuevas formas de escalar el negocio. Porque el verdadero emprendedor no se conforma con lo que tiene, sino que quiere seguir mejorando, ya sea en el mismo negocio o incluso diversificando.
Es más, alguien con espíritu emprendedor tiene una de las cualidades más importantes para llegar a ser un buen líder. Su motivación y su forma de afrontar el trabajo y las dificultades pueden convertirse en un ejemplo a seguir para su equipo de trabajo, consiguiendo así una plantilla talentosa capaz de marcar la diferencia.
Además, las personas que desarrollan este tipo de espíritu también pueden aprovecharlo de cara a su vida personal. Saben lidiar mejor con la frustración, tomar decisiones y pueden llegar a ser un gran apoyo para los demás. Por tanto, todo son ventajas cuando se trata del espíritu emprendedor.