Claves para ahorrar en esta nueva época
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Cuando llegan tiempos de crisis económica (conocidos popularmente como vacas flacas), es el momento de sujetar el bolsillo y sacar el máximo rendimiento a nuestro patrimonio. En una nueva época llena de incertidumbre sobre el futuro económico de nuestro país, cobra más sentido que nunca seguir algunas estrategias de ahorro para preservar las arcas familiares y empresariales.
Hacer una relación de gastos e ingresos
Las matemáticas son tan precisas como crueles: si gastas más de lo que ganas, estarás en bancarrota. Ahora más que nunca resulta imprescindible realizar un listado de ingresos fijos y gastos ineludibles: la relación que se establezca entre ellos determinará la posición financiera en la que nos encontremos.
Hemos querido resaltar los gastos como ineludibles porque, si los números no salen, quizá sea necesario recortar gradualmente ciertos gastos superfluos o no prioritarios, y esperar tiempos mejores para retomarlos.
Pero, a la hora de pensar en ahorro, no conviene ceñirse solamente a la supresión de los gastos, sino también a maximizar el rendimiento de los ingresos. No es cuestión de "ganar más dinero", sino de evaluar cuánto cuesta conseguir ese dinero.
Distinguir entre gastos e inversiones
No todo el dinero que desembolsamos cae en saco roto. Hay una parte que se puede considerar un gasto necesario, como los insumos del hogar, el alquiler o los bienes de consumo; otra parte se considera una inversión, porque en algún momento generará algún tipo de rédito de naturaleza económica o inmaterial.
Cuando realizamos una inversión económica, el rédito podría volver a nosotros en forma de dinero, por ejemplo, al comprar acciones o participaciones de una sociedad y venderlas posteriormente cuando suban de precio.
Pero también podría retornarnos de forma intangible: por ejemplo, al pagar por un servicio que haga más fácil o mejore algún aspecto de nuestra vida (música o vídeo en streaming, sesiones de terapia psicológica, o la cuota mensual de un club deportivo).
En cualquier caso, antes de suprimir un gasto, tendremos que detenernos a valorar el tipo de rédito que nos ofrece, y evaluar si realmente nos compensa prescindir de él.
Eliminar deudas con intereses altos
Prestar dinero tiene un coste (y si no, que se lo digan a los bancos): cada crédito que se concede ha de ser devuelto siguiendo una tabla de pagos fraccionados a los que se suma el tipo de interés (que refleja, a grandes rasgos, el coste financiero de la operación de préstamo).
Si nos encontramos en medio del pago de una deuda cuyos intereses son sensiblemente altos (normalmente fruto de microcréditos o tarjetas de crédito), tendremos que realizar una previsión de amortización total o parcial, según se pueda y se nos permita, para cancelar esta deuda y, por lo tanto, dejar de pagar demasiado por el dinero prestado.
Comprar a crédito solo si se dispone del dinero
Este consejo podría resultar hasta contradictorio, pero nada más lejos de la realidad. ¿Cuántas finanzas personales no se han visto ahogadas al devolver un préstamo?
El problema de las operaciones a crédito viene cuando se utilizan los fondos prestados para acometer un pago que resulta imposible de sufragar en efectivo: es una práctica muy frecuentada por personas que no disponen de los fondos equivalentes en efectivo, y que fían la devolución del crédito a un futurible de prosperidad económica.
La realidad es que, si llega el momento de devolver el dinero prestado (junto con sus intereses) y la posición económica no ha mejorado, se habrá generado un problema de liquidez todavía mayor para quien haya pedido el préstamo.
La solución pasa por comprender que el riesgo de no poder devolver el préstamo siempre es real, salvo que ya se disponga del dinero de antemano (antes de pedir el crédito). De esta forma, estaremos beneficiándonos del valor de tener el dinero en el bolsillo (que es el núcleo del siguiente consejo).
Evitar la descapitalización
Disponer de dinero en efectivo es un valor en sí mismo: otorga a la persona o entidad capacidad suficiente para autofinanciarse y responder ante imprevistos.
Con el consejo del apartado anterior no queremos decir que haya que evitar a toda costa las compras a crédito, porque si comenzamos a costear en efectivo operaciones relativamente cuantiosas, correremos el riesgo de descapitalizarnos, es decir, quedarnos sin fondos a cambio de no contraer más deudas.
Lo ideal para mantener una posición financiera equilibrada es dividir el pago de las compras de forma equitativa entre el dinero del que se dispone y el que se pide prestado. Así, pagaríamos una parte en efectivo y financiaríamos la parte restante, con el menor tipo de interés en el máximo plazo de vencimiento posible.
Preservar las finanzas personales y empresariales en tiempos de crisis es todo un arte, a la vez que una labor de imperiosa necesidad: por si los tiempos felices tardasen mucho en llegar, conviene intentar que las arcas estén lo más llenas que sea posible.